Decidir Quedarse

Decidir Quedarse

Decidir QuedarseEl siguiente pasaje –sobre lo que puede ocurrir cuando decidimos quedarnos– comienza el capítulo dos de Cómo Aprendemos A Ser Valientes, por la Obispa Mariann.

Ian Bedloe es el protagonista de diecisiete años de la novela de Anne Tyler de 1991, Saint Maybe (Santo Talvez). El se culpa de la aparente muerte por suicidio de su hermano mayor, Danny, y de las tragedias familiares posteriores. Una noche, mientras vagaba por las calles de su ciudad natal, Baltimore, Ian ve un letrero de neón en la vitrina de una tienda: “Iglesia de la Segunda Oportunidad”. Él ocupa su lugar entre un pequeño grupo de almas heridas y se escucha a sí mismo contándoles la muerte de su hermano y su sentimiento de culpa. El ministro, el Reverendo Emmett, un joven amable pero espiritualmente intransigente, asegura a Ian que el perdón es posible, siempre que expíe sus pecados. Así que Ian decide abandonar los estudios y aceptar un trabajo de servicio para ayudar a mantener a los hijos de su hermano. Pasan los años mientras va a trabajar cada día, cuida de su familia y es un miembro fiel de la iglesia. Aún así, el perdón que anhela se le escapa y empieza a cuestionarse las decisiones que ha tomado.

Sintiendo que Ian está preocupado, el Reverendo Emmett se ofrece a acompañarle a casa desde la iglesia un domingo por la tarde. Mientras caminan, todas las frustraciones de Ian brotan de él. “¡Siento que estoy desperdiciando mi vida!”, grita. El Reverendo Emmett se detiene y se vuelve para mirar directamente a los ojos de Ian. “Esta es tu vida”, le dice suavemente. “Apóyate en ella. Considera tu carga como un regalo. Es el tema que se te ha dado para trabajar. Esta es la única vida que tendrás”.

Dado el drama, la adrenalina y la energía exterior que implica la decisión de irse o quedarse, puede sentirse atrapado. Sin embargo, la decisión de quedarse también puede ser valiente y tener consecuencias. Tomar esa decisión, sobre todo cuando existen razones de peso para marcharse, implica una lucha interna similar y una sensación de crisis creciente, que conduce a un momento decisivo, tan fuerte como la decisión de irse. Pero ahí acaba la similitud, porque al decidir quedarnos, elegimos profundizar en la vida que ya tenemos.

Dado que el llamado a partir se asocia legítimamente con el lado aventurero de la valentía, elegir quedarse puede parecer que nos conformamos con menos. Sin embargo, la profundidad, fruto de la estabilidad, es esencial para una vida madura y para nuestra capacidad de marcar una diferencia duradera en la vida de los demás. Al elegir quedarnos, reconocemos que hay más en juego que lo que sentimos o queremos. Aprendemos que hay más de una forma de vivir una vida valiente y que algunas de las decisiones más valientes que tomamos son las que nadie ve.

Leí por primera vez Saint Maybe (Santo Talvez) en una época en la que yo, no mucho mayor que Ian, luchaba con lo que significaba permanecer en mi propia vida. Las palabras del Reverendo Emmett a Ian me parecieron las palabras de Dios para mí: “Esta es tu vida. Quédate donde estás”. Hasta entonces, mi vida se había definido en gran medida por el ir –moverme de un lugar a otro, saliendo de un mundo y entrando en otro, aprendiendo a ser valiente ante lo desconocido. Ahora tenía treinta y pocos años, estaba casada, tenía un hijo de tres años y un recién nacido, y trabajaba a tiempo completo en un empleo que se suponía que debía amar. Lo amaba la mayor parte del tiempo, y amaba la mayor parte de mi vida, lo que hacía difícil reconocer o hablar de cómo me sentía. Conduciendo por las calles de Toledo, Ohio, cantaba una canción de Nanci Griffith que sonaba en la radio. Estoy trabajando en un vuelo por la mañana a cualquier sitio menos aquí, y deseaba que la letra de la canción fuera verdad.

Ahora veo que mi lucha interna era un llamado a aceptar y experimentar el don y el costo de la estabilidad. Ha sido un tema recurrente, cada vez que lucho con un llamado a quedarme. He tenido que aprender, una y otra vez, que la fidelidad no consiste siempre en dar grandes saltos, sino también en caminar con pequeños pasos, y que es posible marcar una diferencia duradera en el mundo, ocupándose de un pequeño rincón del mismo.

Un pronóstico de esta realización llegó en nuestro primer año de matrimonio, cuando mi esposo, Paul, y yo lo pasamos en Honduras, trabajando en una escuela para niños empobrecidos. Al principio parecía como si hubiéramos adquirido un enorme compromiso. Sin embargo, a medida que nuestro tiempo allí llegaba a su fin, me di cuenta de que quienes dedican su vida a servir de esa manera eran los que podían tener un impacto transformador para bien. Regresé a Estados Unidos con el deseo de ser ese tipo de persona, pero también sintiendo que nada en mi vida me había preparado para la disciplina que ello requeriría.

El matrimonio, la paternidad y el ministerio parroquial se convirtieron en mis maestros, cada uno representando un pequeño mundo del que era responsable, cada uno valorando la estabilidad por encima del cambio y la constancia por encima de la excitación que yo ansiaba. Al no saber con quién hablar, encontré consuelo y orientación en los libros. Pedacitos de sabiduría venían a mí, manteniéndome con los pies en la tierra cuando quería volar.

How We Learn to Be Brave (Cómo Aprendemos A Ser Valientes*), de Mariann Edgar Budde, sale a la venta el martes, 23 de mayo. Únase a ella esa tarde a las 7:00 pm en la Catedral Nacional de Washington para una conversación con el Canónigo historiador Jon Meacham, seguido de una firma de libros y una recepción. Inscríbase ahora.

*Por ahora, el libro sólo estará disponible en inglés y esperamos que algún día haya una versión en español.