by Bishop Mariann | Jan 31, 2023
Hola Bienvenidos a Dando el Siguiente Paso Fiel, Parte 2.
2023 marca el comienzo de mi duodécimo año como su obispa. Es el cuarto año de implementación de un plan estratégico que pusimos en marcha la última vez que nos reunimos en esta Catedral para la Convención, apenas dos meses antes de que la pandemia del COVID lo cambiara todo. Aunque no podíamos prever el contexto en el que nos encontramos de repente, las prioridades que establecimos y las disciplinas que adoptamos entonces nos ayudaron a forjar un camino. Otros acontecimientos desestabilizadores han tenido lugar en nuestra nación y en el mundo desde nuestra última Convención presencial, todo ello en un contexto de polarización política y crisis climática mundial. Ha sido una época.
Pero, amigos de la Diócesis de Washington, seguimos aquí.
Cada uno de ustedes tiene una historia que contar sobre cómo ha sido su vida. Cada congregación y ministerio aquí representado tiene una historia que contar sobre lo que han vivido y lo que han aprendido. Ustedes siguen aquí. Y yo también.
Estamos entre los que han superado estas grandes pruebas, por la gracia de Dios y por el hecho de vivir aquí, a diferencia de otras partes del mundo más asoladas.
Seguimos aquí, y nuestras vidas son un regalo de Dios para nosotros y un regalo nuestro regalo para los demás. Cada uno de nosotros tiene una vocación única para vivir lo mejor que podemos. A pesar de nuestros pecados, y gracias a nuestros dones, estamos entre aquellos a través de los cuales Dios puede obrar para hacer realidad aquello por lo que Jesús nos enseñó a rezar: “la venida del reino de Dios aquí en la tierra”, lo que el Dr. King llamó “la Comunidad Amada”. Nosotros, que hemos oído a Jesús llamarnos por nuestro nombre, estamos entre aquellos a quienes Él pide que encarnen su amor.
En estos tres últimos años, he visto con asombro cómo han perseverado, se han adaptado y han hecho lo que era difícil. Claro que están cansados. Pero han salido adelante, con valentía y generosidad. Se han apoyado mutuamente en el dolor. Han recuperado ocasiones para la alegría. Se han negado a que el cansancio les impida amar al prójimo, cuidar la tierra, trabajar por la justicia y aparecer para mejorar la vida de otra persona.
¿Te girarías hacia la persona que está a tu lado y le dirías: “Gracias por estar aquí”?
La Iglesia Episcopal sigue aquí. Y Dios aún no ha terminado con nosotros.
Utilizando el tema de nuestra Convención de dar el siguiente paso fiel, abordaré las tres áreas del ministerio diocesano que identificamos en 2020 como nuestras prioridades centrales:
Revitalizar nuestras congregaciones para hacer crecer el Movimiento de Jesús.
Inspirar a nuestra gente para que crezca en la fe.
Colaboración en ministerios de equidad y justicia para lograr un mayor impacto en nuestras comunidades.
En cada área, describiré los pasos fieles que daremos el año que viene.
Permítanme empezar por lo que en un principio nombramos como la segunda prioridad, pues se ha convertido en la primera:
Inspirar a nuestra gente para que crezca en la fe
Sólo podemos inspirar a otros a hacer lo que hacemos nosotros mismos, así que hagamos un momento de inventario personal. ¿Cómo ha crecido tu fe en el último año o en los últimos años?
Específicamente:
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- ¿Cómo ha estado Dios presente para ti en las pruebas y bendiciones de tu vida?
- ¿Qué te ha dicho Jesús a través de las palabras de un amigo o de un desconocido, en tu oración privada o en el sermón que creías que te predicaban sólo a ti?
- ¿Qué sentiste cuando te sentiste desbordado y el Espíritu te salió al encuentro y te ayudó a salir adelante?
Estoy convencida de que atender a nuestras vidas en Cristo, personal y colectivamente, es lo más importante en lo que debemos centrarnos ahora. Todos hemos tenido que gastar enormes energías en sostener la institución, y seguimos haciéndolo. Todos ustedes están trabajando muy duro para que las cosas sigan funcionando, en lo que podríamos llamar las tareas fuera de la iglesia. No me cabe duda de que Dios les está agradecido por estos esfuerzos, y también se preocupa por ustedes.
Hablaré del sostenimiento institucional dentro de un momento, porque debo hacerlo. Pero la realidad es que atender a nuestra vida espiritual es a menudo lo primero que se sacrifica cuando aumenta la carga de trabajo, junto con el cuidado de uno mismo. A veces eso no se puede evitar, cuando nos enfrentamos a una crisis o cuando somos responsables del cuidado de otra persona. Pero también podemos acostumbrarnos a formas de vida que no son vivificantes. Yo sé que me ha pasado a mí. Por eso me preocupa tanto quedarme en esa realidad, porque es muy fácil perder de vista lo que necesitamos para permanecer arraigados en Cristo y sacar nuestra fuerza de Él. Y porque no podemos guiar a otros por un camino que nosotros mismos no estamos recorriendo.
Afortunadamente, no todo depende de nosotros. Jesús se acerca a nosotros todo el tiempo, le invoquemos o no. La vida cristiana, como saben, es una vida de respuesta. Personalmente, esto significa tomarse el tiempo para escuchar Su voz. Colectivamente, significa crear espacios hospitalarios para que la gente comparta sus vidas y explore las preguntas más profundas de la fe; significa enseñar prácticas de oración y otras formas de recibir Su presencia viva como Aquel que cura y perdona.
Tarjetas de El Camino del Discipulado
En mis visitas dominicales a las parroquias, suelo llevar conmigo un set de tarjetas de El Camino del Discipulado.
Las utilizo para suscitar conversaciones espirituales con los miembros de la junta parroquial y en los foros. Suelo dar a cada uno tres tarjetas y les pido que elijan una cuya pregunta estén dispuestos a responder.
He aquí algunos ejemplos:
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- ¿Cómo influye en tu forma de relacionarte con los demás el hecho de saber que estás hecho a imagen de Dios?
- Comparte una experiencia en la que tu fe te haya sostenido en un momento difícil.
- ¿Cuándo le gusta rezar y por qué?
La gente se sorprende a sí misma de cómo responde. Los líderes laicos me cuentan después lo refrescante que fue hablar de la fe en la iglesia, y lo mucho que aprendieron sobre las personas con las que han estado trabajando durante años.
Así que hablemos entre nosotros ahora mismo. En la pantalla hay tres ejemplos de preguntas de las tarjetas de El Camino del Discipulado para adultos. Si lo desea, elija una para conversar con dos o tres personas sentadas a su lado. (Si prefieres no hacerlo, no pasa nada, pero puedes quedarte y escuchar a los demás).
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- ¿Cómo describirías tu jornada de fe? ¿Cómo describirías tu jornada de fe?
- ¿Cuál es el mensaje común que Cristo quiere que llevemos al mundo? Comparte un momento en el que te hayas sentido fiel a ese llamado. ¿Cuál es el mensaje que Cristo quiere que le llevemos al mundo?
- Comparte un momento en el que alguien hizo o dijo algo que te ayudó más de lo que jamás pensaste. ¿Comparte un momento en el que alguien hizo o dijo algo que te ayudó más de lo que jamás pensaste.
Tenemos muestras de estas tarjetas en una de las mesas del fondo, e información sobre cómo pedir más. Son una de las muchas sugerencias sencillas que nos ayudan a profundizar en nuestra relación con los demás.
Sea como sea, les animo a que cuiden su fe y fomenten tantas formas como sea posible para que su gente crezca en la fe. Las congregaciones que hacen esto bien tienden a crecer, porque están cultivando un centro espiritual vital del que fluye todo el ministerio.
Como diócesis, seguiremos facilitando recursos a través de la Escuela para la Fe Cristiana y el Liderazgo, uno de los resultados más fructíferos de nuestro plan estratégico. Los miembros del personal diocesano están continuamente buscando nuevos recursos, y con profesores dotados en toda la diócesis, están creando más oportunidades.
La oficina del Obispo Presidente también está invirtiendo en recursos gratuitos para estas conversaciones sagradas.
He aquí un ejemplo: Vídeo de introducción a Centrados
Quizá te has fijado en una de las nuestras, Mildred Reyes. Centrados está disponible en inglés, español y francés.
Dentro de un momento, sugeriré formas en que las congregaciones podrían inspirar a las personas a crecer juntas en la fe. Pero para concluir esta sección, y para subrayar la importancia de crecer en la fe, a partir de 2023 estableceré un requisito para los que se presenten ante mí o ante cualquier obispo de esta diócesis para los sacramentos de Confirmación, Recepción y Renovación de las Promesas Bautismales. A los que preparan a las personas para estos sacramentos, les pido que se aseguren de que son capaces de contar, con sus propias palabras, la historia de Jesús.
Me gustaría que los que afirman su compromiso con Cristo conocieran su historia tal y como la cuentan las Escrituras, empezando por su nacimiento; algunos aspectos destacados de su ministerio de enseñanza y sanación; una comprensión de por qué fue controversial entre los líderes religiosos y políticos de su época y qué le llevó a la crucifixión; y, por último, lo que ocurrió el día de la Resurrección y cuando se apareció a sus discípulos. Saber cosas sobre Jesús no es lo mismo que tener una relación con el Cristo vivo, pero no podemos seguir a Jesús si no conocemos su vida y sus enseñanzas.
La razón por la que he decidido hacer esta petición es que me he dado cuenta de que pocos de los nuestros pueden contar la historia de Jesús con confianza. Ten la seguridad de que no va a haber una prueba que la gente tenga que pasar, y no le estoy pidiendo que rehaga totalmente su proceso de preparación. Pero todos los que siguen a Jesús merecen tener Su historia dentro de ellos de tal manera que puedan ver sus vidas a través de la Suya.
Dado que los antecedentes de fe y la exposición a las Escrituras varían, este aprendizaje será diferente para cada persona. Puede haber resistencia, dada la reticencia de nuestra gente a leer la Biblia y lo mal que se caricaturiza a Jesús en la cultura, razón de más para que le conozcamos bien. Trabajaremos juntos, compartiendo recursos y formas de ayudar a que la historia de Jesús cobre vida. Agradezco sus sugerencias, y he pedido a la Rev. Amanda Akes-Cardwell, Misionera para la Formación de la Fe y el Desarrollo, que sirva como recopiladora de recursos y fuente de aliento en este esfuerzo.
Quiero que nuestra gente tenga confianza en su fe, y que los demás sepan que en la Diócesis de Washington estamos comprometidos a crecer en la fe e inspirar a otros a hacer lo mismo.
Paso ahora a la revitalización.
Revitalizar nuestras congregaciones para hacer crecer el Movimiento de Jesús.
Si podemos decir que vivimos en un mundo post-pandémico es algo que deberán determinar los funcionarios de salud pública. Pero ahora podemos empezar a evaluar seriamente el impacto de los últimos tres años en nuestras congregaciones.
No todos estamos en el mismo lugar. Siempre ha habido un amplio espectro de vida congregacional y desigualdades reales entre nosotros. En términos generales, las tendencias de vitalidad o declive que experimentaban nuestras congregaciones antes de la pandemia se han acelerado. Hay algunas excepciones, pero no muchas.
Algunas congregaciones de la EDOW, según cuentan ustedes mismos, se sienten esperanzadas. Para ustedes, la vida prepandémica está volviendo, y la energía es alta, lo que es maravilloso de ver. Sin embargo, ha habido cambios. Las muertes y la una resignación han pasado factura. Los nuevos en sus comunidades no están tan dispuestos a asumir el trabajo de la iglesia como otros lo habían hecho en el pasado. Así, el trabajo de sostenimiento descansa sobre menos hombros. Siempre ha sido así, pero la tendencia se ha acelerado. Es un momento emocionante, pero la fatiga del clero y de los líderes laicos es real.
El siguiente paso fiel para las congregaciones más robustas de la EDOW puede ser el de la poda, desprendiéndose de cosas que antes daban vida pero que ahora ya no tanto, para poder invertir más en iniciativas a las que su gente está respondiendo.
La mayoría de las congregaciones de la EDOW lo están haciendo bien, pero no están viendo un retorno a los niveles de compromiso anteriores a la pandemia, sobre todo en la asistencia al culto, el apoyo financiero y otros indicadores de vitalidad. Afortunadamente, durante la pandemia aprendimos a ofrecer el culto y otras reuniones a través de la tecnología, lo que supone una enorme bendición para quienes, de otro modo, habrían perdido su conexión con las congregaciones que aman. Pero también significa que el trabajo de mantener sus congregaciones recae aún más sobre ustedes, y que su futuro depende de crear el tipo de comunidad espiritual que otros, que aún no forman parte de ustedes, encontrarían atractiva.
En la diócesis, seguiremos invirtiendo la mayor parte de nuestros recursos en los esfuerzos de revitalización de las congregaciones. Pero estos recursos no son tan útiles cuando la limitada capacidad de liderazgo va en contra de su capacidad para hacer las cosas necesarias para la renovación. Aquellos de ustedes que están demasiado comprometidos nos dicen que necesitan un descanso, y lo necesitan. Pero como observa Carey Nieuhof, “la cura para un ritmo insostenible no es más tiempo libre o una semana en la playa. La cura para un ritmo insostenible es crear un ritmo sostenible”.
Estas realidades son mayores de lo que muchas congregaciones negras pueden abordar con éxito por sí solas. Los líderes de algunas de nuestras iglesias negras nos lo dijeron en la Convención del año pasado, cuando pidieron la creación de un Grupo de Trabajo sobre Ministerios Negros, formado por miembros de congregaciones negras, para abordar colectivamente su situación y explorar formas de prosperar. También querían que el resto de nosotros reconociéramos la realidad del racismo en esta diócesis y su impacto.
El grupo de trabajo trabajó bajo la dirección de su presidente, el Rev. Ricardo Sheppard y la Canóniga Anne-Marie Jeffery. Encontrarán su informe final en el folleto de la Convención, a partir de la página 51, que fue aceptado por el Consejo Diocesano en octubre. En diciembre, el Consejo votó unánimemente para actuar sobre la primera recomendación del grupo de trabajo, que fue la creación de un Comité de Ministerios Negros encargado de dar los siguientes pasos de implementación. Estamos aceptando solicitudes para formar parte de dicho comité. Les ruego que se unan a mí para dar las gracias a los miembros del grupo de trabajo que están hoy aquí con nosotros.
Hace dos semanas, la canóniga Jeffrey y yo almorzamos con los seis rectores a tiempo completo que sirven a las congregaciones de la región del sur de Maryland. Para proporcionar un poco de contexto para el resto de ustedes, hay veinte congregaciones de la EDOW en el sur de Maryland, situadas en los condados de St. Mary’s y Charles y en la parte sur del condado de Prince Geroge. La mayoría son atendidas por clérigos a tiempo parcial. En la actualidad hay cinco congregaciones del sur de Maryland en transición de clero; dos de ellas llevan meses anunciando su puesto de clero sin recibir solicitudes.
El clero que se sienta alrededor de esa mesa sirve a las congregaciones más fuertes del sur de Maryland, y tienen mucho en común con la mayoría de las congregaciones de la EDOW en que pueden permitirse un sacerdote a tiempo completo y quizá uno o dos empleados a tiempo parcial. El clero tiene muchas responsabilidades, y por necesidad soporta una pesada carga de tareas eclesiásticas, junto con unos cuantos líderes laicos heroicamente dedicados, los cuales se cuentan entre los santos invisibles de esta diócesis.
Cuando pregunté a los clérigos qué era lo más duro de su trabajo, hablaron del aislamiento y de cómo les gustaría trabajar en equipo. Algunos tienen esa sensación de equipo con los diáconos del sur de Maryland, por lo que están agradecidos, pero aun así, la soledad es real. Hablaron del peso del mantenimiento de la iglesia, ya sea el cuidado de los edificios, la enorme lista de expectativas que se les imponen o que ellos mismos se imponen, el deseo de poder dedicarse más al ministerio real cuando sus días están consumidos por otras tareas.
Luego les pregunté qué era lo que más amaban de su ministerio, y sus ojos se iluminaron mientras hablaban. Lo que les sorprendió fue la variedad de amores que había en torno a la mesa: la enseñanza, la atención pastoral, el desarrollo del liderazgo, la planificación y la dirección del culto. Al escucharles, pensé: seguro que podemos encontrar la manera de crear algún tipo de enfoque de equipo aquí, que permita a los clérigos apoyarse en sus puntos fuertes y apoyarse mutuamente, en lugar de trabajar individualmente y ser responsables de todo.
Les pregunté: “¿Y si invitamos a sus juntas parroquiales a reunirse para escucharles hablar de cómo es su ministerio, y a considerar cómo podrían asociarse para que todos pudieran beneficiarse de sus puntos fuertes y abordar colectivamente las áreas débiles?”. Todos pensaron que sus líderes laicos estarían abiertos a una conversación exploratoria, que programaremos para más adelante esta primavera, y que incluirá a las juntas parroquiales interesadas y al clero de las congregaciones vecinas. No estoy hablando de fusiones, sino de asociarse a través de la fuerza propia para llegar a ser más fuertes.
La experiencia del clero del sur de Maryland no es única. Podríamos tener la misma conversación en todas las regiones, o con congregaciones de todas las regiones. Esto no es para todos, y muchos se resisten incluso a tener la conversación. El temor que más se expresa es la pérdida de identidad parroquial, lo cual comprendo. Sin embargo, si no hacemos algo para aliviar las cargas que imponemos a nuestros líderes laicos y clérigos, no podemos esperar un rendimiento tan fructífero de todos nuestros esfuerzos de revitalización, ni podemos hacer realidad nuestras visiones de justicia. La tendencia al declive continuará.
Para aquellos que estén interesados o intrigados, exploraremos cómo desarrollar la capacidad ministerial entre congregaciones. Podría dar lugar a esfuerzos conjuntos para crear reuniones de grupos pequeños en una región determinada, para reforzar la pastoral juvenil y de jóvenes adultos, o para abordar las cuestiones espirituales de quienes tienen la bendición de vivir más allá de los 60 años. Puede que descubra eficiencias en el uso y mantenimiento de los edificios o -la pesadilla de todo sacerdote en solitario- en la elaboración de boletines semanales.
Estas conversaciones están en consonancia con un objetivo de nuestro plan estratégico para desarrollar estrategias de mayordomía para que las congregaciones no se vean limitadas por las preocupaciones de mantenimiento. También es una expresión de la preocupación pastoral por ustedes, nuestros líderes, para que puedan vivir vidas saludables centradas en Cristo.
Dos notas finales sobre la revitalización. En primer lugar, y este es un tema difícil, necesitamos tener una conversación honesta sobre la deuda, con especial preocupación por aquellas congregaciones que soportan cargas de deuda más allá de sus activos o capacidad de pago, y aquellas para las que los gastos de mantenimiento diferido del edificio superan con creces la capacidad financiera de sus miembros. A veces es necesario endeudarse. La mayoría de las congregaciones que lo hacen, normalmente durante las campañas de capital, tienen los medios y un plan para cumplir con sus obligaciones. Pero hay algunas con deudas onerosas que arrastran desde hace décadas. La diócesis es cofirmante de cuatro de estos préstamos.
No existe una solución única, ni un fondo diocesano para pagar todos los préstamos y los millonarios costos de mantenimiento diferido que amenazan la viabilidad financiera de otras congregaciones. La dura realidad es que los años de pandemia han llevado a algunas de nuestras comunidades al borde de la viabilidad. El Canónigo del Ordinario Andrew Walter guiará nuestros esfuerzos para afrontar estas realidades y trabajar en pos de posibles soluciones. No serán conversaciones fáciles, pero ha llegado el momento de tenerlas.
En segundo lugar, como nota esperanzadora, Dios sigue suscitando entre nosotros a quienes anhelan crear algo nuevo. Muchos de ustedes están aquí hoy, y Dios ha puesto en sus corazones visiones de lo que podría suceder. Están deseosos de experimentar, de comprometerse con aquellos que sabem que amarían a la Iglesia Episcopal si les encontrásemos allí donde están.
El año pasado dimos los primeros pasos para cumplir nuestro objetivo estratégico de rejuvenecer: crear o reiniciar hasta tres congregaciones pensando en las nuevas generaciones. Líderes de seis congregaciones forman parte de nuestro primer grupo de crecimiento Joven, explorando y compartiendo formas de apoyar, animar y comprometer a las nuevas generaciones.
Y algunos de nosotros estamos estudiando cómo plantar iglesias y explorando cómo y dónde podemos empezar a invertir en personal y recursos hacia nuevas expresiones de la comunidad episcopal. Seguiremos dando pasos en 2023, centrando nuestras energías en dos lugares de mayor potencial, identificando líderes y creando equipos ministeriales.
Permítanme cerrar esta sección con unas palabras de nuestro Obispo Presidente en respuesta a los datos del Informe Parroquial 2021 de toda la Iglesia Episcopal:
Es importante recordar que la iglesia institucional tal como la conocemos no ha sido la forma que siempre ha adoptado el cristianismo. La esencia y el núcleo de la Iglesia no es su forma exterior, que siempre cambiará con el tiempo. La esencia y el núcleo son Jesucristo -su Espíritu, sus enseñanzas, su forma de vida, su manera de amar- y el movimiento que Él fundó no puede detenerse. Necesitamos que nuestros líderes eclesiásticos, tanto ordenados como laicos, abracen este momento de reinvención, y las personas que veo surgir nos llevarán a una era profundamente diferente.1
Veo que lo mismo se está haciendo evidente entre nosotros. Parte de nuestro trabajo ahora consiste en crear espacio y proporcionar recursos a quienes se sientan llamados a guiarnos en este momento de reinvención.
Vamos a hacer una nueva pausa y luego abordaré nuestra tercera y última prioridad estratégica diocesana:
Equidad y justicia
Colaborar en ministerios de equidad y justicia para lograr un mayor impacto en nuestras comunidades.
En el ámbito de la equidad y la justicia veo manifestaciones de amor sacrificado, valentía y cooperación en toda la diócesis, las cuales me dejan sin aliento. El trabajo es duro, pero también una fuente de energía y alegría.
La reverenda Meredith Heffner, de la iglesia de St. James, en Potomac, me dijo hace poco que, aunque algunos aspectos tradicionales de la vida de la congregación no han vuelto tras el cierre por la pandemia, hay gente nueva en la iglesia que está entusiasmada con los esfuerzos de St. James por abordar la injusticia racial, cuidar la tierra y promover la salud mental. Esos ministerios, dijo, están dando que hablar.
St. Thomas, en Washington, DC, es una congregación que, en palabras de su rectora, la reverenda Lisa Ahuja, “se está volcando en ser una bendición para su comunidad”. Están atendiendo las necesidades físicas y espirituales de los inmigrantes que llegan en autobús a Washington DC desde los estados fronterizos, muchos de los cuales son dejados a altas horas de la noche sin nada más que la ropa que llevan puesta. Otras congregaciones han participado en este tremendo esfuerzo colectivo.
St. Matthew/San Mateo, en Hyattsville, proporciona alojamiento temporal a inmigrantes venezolanos y recoge alimentos, ropa y enseres domésticos. Otras congregaciones hispanohablantes están colaborando.
Mientras tanto, nuestro esfuerzo por acoger a los refugiados de Afganistán continúa en toda la diócesis. Muchos de ustedes están ayudando a apadrinar a familias afganas, asegurándoles alojamiento, atención médica y empleo.
Otros se están ocupando de la creciente inseguridad alimentaria en toda la diócesis, abriendo sus iglesias como lugares de distribución y centros de descanso para personas sin hogar. Otros han adoptado escuelas públicas u hospitales cercanos, o están trabajando en colaboración con el Samaritan Ministry of Greater Washington, la Escuela Bishop Walker y otros. Destacaremos algunos de sus esfuerzos a lo largo del día, pero amigos, están por todas partes.
Una de las cosas que más me gusta de esta diócesis es cómo muchos de ustedes hacen lo que hay que hacer y establecn vínculos de colaboración entre ustedes. Ojalá pudiera citar todos los ejemplos que conozco, que son sin duda un pequeño porcentaje de lo que ustedes hacen.
Aquí hay un ejemplo: La Iglesia Atonement, en el sureste de Washington, distribuye productos frescos. El banco de alimentos entrega palés de productos frescos a la iglesia una vez al mes. Los miembros de Atonement embolsan los productos y personas de la comunidad vienen a recogerlos. Atonement prepara hasta 500 bolsas al mes. Y ahora Christ Church, Georgetown, se une a este esfuerzo.
Los diáconos diocesanos han desempeñado un papel decisivo en nuestros esfuerzos por lograr un mayor impacto. El ministerio de nuestros diáconos -ahora 40- nos ayuda a aparecer allí donde se necesita amor y justicia. Hoy celebraremos el ministerio de los diáconos y el de la archidiácono Sue von Rautenkranz, quien se jubila.
En la Convención el año pasado, creamos un Comité Diocesano para el Cuidado de la Creación, con el fin de ampliar y desarrollar las iniciativas de las congregaciones para hacer frente a la crisis climática y otros problemas medioambientales. Muchos de ustedes están dando pasos en la administración medioambiental: reduciendo el plástico descartable, reciclando, limpiando la basura y colocando paneles solares en sus edificios. Ustedes son una inspiración. Más adelante en la Convención, consideraremos una resolución patrocinada por miembros del Comité de Cuidado de la Creación, porque su próximo paso es animarnos a establecer objetivos colectivos, el primero de los cuales es plantar árboles y proteger los hábitats naturales, uniéndonos a los anglicanos de todo el mundo en una iniciativa conocida como el Bosque de la Comunión.
La última área que mencionaré son los esfuerzos en curso para afrontar y abordar la desigualdad y la injusticia raciales. Muchas congregaciones de la EDOW han celebrado varias sesiones de Sacred Ground, un programa de estudios basado en grupos pequeños que examina la realidad racial en Estados Unidos. Para los que somos blancos y hemos crecido pensando lo menos posible en nuestra historia racial, Sacred Ground es una experiencia reveladora y a veces desgarradora. No podemos evitar ver la historia del lugar donde vivimos en Maryland y el Distrito de Columbia a través del lente de la raza. Nuestras congregaciones forman parte de esa historia y de la realidad actual.
Cuando la palabra “reparaciones” entró por primera vez en nuestro léxico, me resistí a sus implicaciones. Pero cuanto más aprendo y participo, mayor es mi comprensión y mi compromiso con las reparaciones. Aunque no puedo decirles cómo votar sobre la resolución de reparaciones o cualquier otra, quiero que sepan la seriedad con la que yo y los miembros del personal diocesano estamos abrazando este trabajo. Tenemos la oportunidad de hacer algo valiente que dará vida a los demás y a nosotros mismos, mientras damos pasos fieles hacia la realización de la Comunidad Amada.
De cara a 2026
Si lo que he hablado hoy parece mucho, es porque lo es. Considerar el conjunto de nuestra diócesis y discernir el espíritu de Dios entre nosotros es mucho. Es nuestro trabajo de hoy.
Cuando lanzamos el plan estratégico en 2020, lo concebimos como un proceso de cinco años, lo que significa que en 2025 evaluaríamos todo lo que habíamos aprendido y logrado. He propuesto a la dirección diocesana que ampliemos un año el período de aplicación, lo que da más tiempo para que las iniciativas que hemos comenzado den fruto, y tiene en cuenta todo lo que no habíamos previsto. Prometo una evaluación completa en 2026, y una evaluación del propio proceso de planificación estratégica.
Me doy cuenta de que el plan estratégico no es algo en lo que piense todos los días, si acaso, excepto en días como hoy. No pasa nada, porque yo lo hago, y también lo hace su personal diocesano: para eso nos pagan. Es lo que guía nuestro trabajo.
2026 es también el año en que cumpliré sesenta y siete años y habré completado quince años como su obispa. Será entonces cuando los responsables diocesanos y yo discerniremos los próximos pasos fieles para el episcopado. Con toda probabilidad, convocaremos la elección de mi sucesor. Me encanta mi trabajo, pero es un gran trabajo. A medida que envejezco, me doy cuenta de que el futuro liderazgo de nuestra diócesis pertenece a los que vienen detrás de mí. Quiero hacer todo lo que esté en mi mano para animar y dejar espacio a los líderes emergentes, y para proporcionar una base sólida a la persona bendecida que será su décimo obispo. A esa labor me comprometo de todo corazón.
Este año tengo derecho a un sabático de tres meses, pero por motivos personales y vocacionales no puedo ausentarme tanto tiempo. Así que he preguntado a quienes me hacen responsable de mi trabajo si podría tomarme un mes sabático durante el verano de los próximos tres años. Están de acuerdo, así que me tomaré un mes sabático en julio. Mi plan hasta ahora es ir a algún lugar donde pueda dar un paseo muy largo y volver dispuesta a continuar el ministerio que Dios nos ha encomendado a todos.
Doy la última palabra al Obispo Presidente Michael Curry, quien dijo lo siguiente recientemente:
Cuando la iglesia se compromete con la comunidad y es la presencia del amor, la justicia y la compasión, la iglesia cobra vida. Puede que no atraiga a grandes multitudes, pero Jesús sólo tenía 12 y mira lo que hicieron. Si escuchamos lo que Jesús nos dice que hagamos y realmente lo hacemos, marcaremos la diferencia en cada contexto en el que nos encontremos.2
Esa, amigos míos, es nuestro llamado. Gracias por decir sí. Añado mi sí al suyo. Juntos, seguimos aquí.
Oro para que nunca deje de dar gracias a Dios y a ustedes por el privilegio de servir como su obispa.
1https://www.episcopalchurch.org/publicaffairs/episcopal-church-2021-parochial-report-data-now-available/
2https://lasentinel.net/episcopal-diocese-unites-with-mayor-bass-to-fight-homelessness.html
by Bishop Mariann | Jan 28, 2023
Después de esto, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca, para que cruzaran el lago antes que él y llegaran al otro lado mientras él despedía a la gente. Cuando la hubo despedido, Jesús subió a un cerro, para orar a solas. Al llegar la noche, estaba allí él solo, mientras la barca ya iba bastante lejos de tierra firme. Las olas azotaban la barca, porque tenían el viento en contra. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos caminando sobre el agua. Cuando los discípulos lo vieron andar sobre el agua, se asustaron, y gritaron llenos de miedo: —¡Es un fantasma! Pero Jesús les habló, diciéndoles: —¡Calma! ¡Soy yo: no tengan miedo! Entonces Pedro le respondió: —Señor, si eres tú, ordena que yo vaya hasta ti sobre el agua. —Ven —dijo Jesús. Pedro entonces bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua en dirección a Jesús. 30 Pero al notar la fuerza del viento, tuvo miedo; y como comenzaba a hundirse, gritó: —¡Sálvame, Señor! Al momento, Jesús lo tomó de la mano y le dijo: —¡Qué poca fe tienes! ¿Por qué dudaste? En cuanto subieron a la barca, se calmó el viento. 33 Entonces los que estaban en la barca se pusieron de rodillas delante de Jesús, y le dijeron: —¡En verdad tú eres el Hijo de Dios!
Mateo 14:22-33
El tema de esta Convención, y de hecho para todo el año 2023, es Tomando el siguiente paso en la fe. Es una imagen que evoca el acto físico de movernos hacia un destino. Pero como saben quienes no pueden caminar físicamente, no todo paso fiel es hecho con nuestros pies. Tomamos pasos en la fe con nuestros corazones y nuestras mentes, en nuestras relaciones y compromisos. Algunas veces tomar el siguiente paso en la fe no incluye movimiento en lo absoluto. Otras veces, necesita mirar hacia atrás antes de ir hacia adelante, o dar la vuelta para ir en otra dirección.
Tomar el siguiente paso en la fe incluye hacer un balance de dónde estamos. Aunque das un paso por ti mismo/a, y por la comunidad o ministerio que representas, el mismo será único y específico para ti. Es cierto que tenemos desafíos y oportunidades en común, pero también un llamado singular como cristianos para saber, amar y seguir a Cristo. Pero cómo se vive ese llamado y qué paso estás llamado a dar depende de tu función y contexto particular.
Por ejemplo, en la excelente historia que hemos oído de Jesús invitando a Pedro a salir del bote y caminar sobre el agua, vale la pena notar que Jesús no llamó a todos los discípulos a sumarse. Como escuché a un predicar aconsejar a su congregación: “Si Jesús no te está llamando a ti a caminar sobre el agua, mejor que te quedes en el bote”.
La imagen de Pedro caminando sobre el agua es un símbolo de estos tiempos cuando lo que está ante nosotros no es ni siguiera un paso, sino un salto en la fe, como esos momentos cruciales cuando sabemos lo que se espera de nosotros, por la vida o por el mismo Jesús. A veces lo que se espera de nosotros no lo hemos hecho antes o parece imposible, o, quizás, es demasiado difícil. Cuando nos lanzamos al agua, sabemos que nuestras capacidades están al límite, así como nuestra habilidad para controlar los resultados. No nos debe sorprender que nos undamos una o dos veces.
Mirando atrás en tu vida, y ciertamiento en los últimos años, sospecho que ustedes han tenido al menos una experiencia de caminar sobre el agua, y quizás más de una. Y quizás más de una vez han estado en la posición de los otros discípulos, mirando desde un lugar de seguridad como tus seres queridos son llamados a lanzarse a caminar sobre el agua ellos solos. No importa cuánto quisieron ir también, pero no pudieron.
Si puedes, trae a tu mente uno de esos momentos. Reconoce la valentía de tomar tal paso en la fe que se esperaba de ti, o cómo te sentiste mirar a otra persona aventurarse. ¿Qué aprendiste sobre ti mismo/a como resultado de tu experiencia y cómo Dios actuó en tu vida?
Existe otra forma menos dramática pero a la vez menos valiente en que podemos experimentar el llamado a tomar el siguiente paso en la fe. Me refiero a esos momentos en que Jesús no están parado frente a nosotros con sus brazos abiertos para sostenernos; quizás cuando hemos comenzado un camino que parecía prometedor a primera vista, pero que no es tan claro ahora, y nos preguntamos si hemos cometido un error. Es una de esas situaciones en que hemos encontrado obstáculos que han consumido nuestras energías a tal punto que nos sentimos estancados y perdidos en el rumbo.
Existen momentos en que una visión a largo plazo se nubla. Como describió el autor E. L. Doctorow sobre el proceso de la escritura: “Es como manejar un carro en la noche”. Su consejo a otro escritor fue continuar manejando. “Tú solo ves lo que iluminan las luces del frente, pero puedes hacer todo el viaje de esa forma”.1
Una historia bíblica que habla sobre tomar el siguiente paso en la fe en la oscuridad es cuando Moisés y el pueblo de Israel caminaban por el desierto hacia la tierra prometida. El inicio del viaje no podía ser más dramático ni el llamado menos claro. Dios los había librado de la esclavitud al dividir las aguas del Mar Rojo para que ellos pudieran escapar, y Dios les pidió que viajaran por el desierto hacia la nueva vida de la promesa.
Pero el camino tomó más tiempo que lo anticipado. No fue un viaje fácil, y el camino no estaba claro. Más de una vez, el pueblo seriamente contempló la posibilidad de regresar. Y no todo el mundo sobrevivió el desierto. Algunas interpretaciones de esta irónica historia sugiere que la tarea de la generación del peregrinaje fue comenzar el viaje y no llegar al destino. Rompe el corazón pensarlo, pero para aquellos de nosotros en nuestros últimos años de nuestras vidas, la vocación se hace mucho más real.
Quiero detenerme aquí por un momento, porque aquellos de nosotros que tenemos sesenta años o más representamos la mayoría de este grupo, y en muchas de nuestras congregaciones somos los que tenemos más influencia, porque, francamente, estamos más presente y pagamos las cuentas. Pero cuando el camino hacia adelante es incierto, nuestra tentación natural es mirar atrás y aferrarnos a lo que tiene más sentido para nosotros. No hay nada malo en eso, excepto que el enfoque se hace en nosotros y nuestras preferencias, lo cual puede cegarnos a las necesidades de otros, particularmente de aquellos que esperamos que se unan a nuestras comunidades. Y entonces nos preguntamos por qué no vienen o no se quedan.
Para nostros, el siguiente paso en la fe es reconocer el duelo que cargamos, el sentimiento de que no estamos decepcionando a nuestros ancestros, o la preocupación de que lo que valoramos más se está perdiendo u olvidando, y de que incluso nosotros seremos olvidados. Es un miedo real, y lo escucho en toda la diócesis. En verdad, a veces yo misma lo siento también.
Casi cada vez que hablo sobre las prioridades de nuestra diócesis, según aparecen en nuestro plan estratégico, para invertir recursos en generaciones jóvenes para llegar a ser una iglesia atractiva para nuestros hijos y nietos, alguien da voz a lo que nosotros, los que tenemos sesenta años o más, sentimos: “No se olviden de nosotros, los ancianos”, o “no queremos perder la identidad de nuestra iglesia”, lo cual es otra manera de decir: “No queremos perder nuestra identidad”. El trabajo de crear el tipo de iglesias a las que nuestros hijos y nietos querrán asistir, depende de que nosotros, las personas mayores, demos de nosotros mismos y de nuestros recursos de forma que preserve la mejor de nuestras tradiciones, pero que a la vez permita a aquellos que vienen después de nosotros decirnos lo que necesitan, lo que les calienta el corazón e inspira sus almas.
No es que todo lo que una generación valora como importante sea inservible para la que viene detrás. Mi hijo músico, ahora en sus treintas, prefiere escuchar los discos de vinilo, aún cuando el produce música con equipos de alta tecnología. Él intercambió su guitarra, que fue construida hace cinco años, por una confeccionada en 1940. Él la usó en el funeral de su abuelo hace dos semanas, y la amplificó con tecnología que no existía fue la guitarrá fue hecha.
Las prácticas de oración contemplativa que datan del tiempo de los monjes en el siglo 4, continúan alimentando el alma moderna, tal como se refleja en el número de aplicaciones que puedes descargar en tu teléfono y que te ayudan a vivir esas prácticas. Los himnos antiguos encuentran nuevas versiones y pueden tener un lugar entre otras expresiones musicales. Las catedrales como esta, y la belleza de todos nuestros edificios construidos por generaciones previas, todavía nos atraen, pero en ellos han habido actualizaciones, renovaciones de la carpintería, y los closets han sido limpiados desde los años 70s.
Déjenme regresar ahora a la imagen de tomar el siguiente paso en la fe cuando no podemos mirar hacia adelante porque, desde la perspectiva espiritual, es eso lo que generalmente vivimos. Los momentos de gran drama son relativamente raros comparados con los largos períodos de tiempo intentando entender en la oscuridad lo que no sabemos. Eso es especialmente cierto después de una experiencia de trauma, cuando estamos cansados, cuando nos sentimos estancados o cuando enfrentamos realidades que parecen imposibles de vivir. Es entonces cuando al tomar un pequeño paso en la fe, y luego otro, puede hacer una gran diferencia, incluso cuando sintamos que no estamos progresando en lo absoluto. Como he estado diciendo, me pregunto si un ejemplo como este de tomar el siguiente paso en la fe ha venido a tu mente, ya sea que te haya pasado a ti o a tu comunidad.
El reconocido psicólogo Carl Jung, quien estuvo conectado profundamente con las dimensiones espirituales de la vida, mantuvo una vívida correspondencia con personas en todo el mundo. Las personas le escribían pidiéndole todo tipo de consejos. Dos cartas, y sus respuestas, hablan sobre esta idea de los próximos pasos en la fe.
La primera carta fue escrita por una mujer que quería saber, en sentido general, cómo vivir su vida de la mejor manera. Jung le respondió con estas palabras:
Tus preguntas no pueden ser respondidas porque tú quieres saber cómo uno debe vivir… No hay una manera único… La manera en que tú lo haces, y que no sabes con antelación, llega a hacerse realidad cuando pones un pie en frente a otro… si das el próximo paso necesario con convicción, siempre estarás haciendo algo significativo según tu destino.2
¿Cuál es ahora la próxima y más necesaria cosa para ti y la comunidad que tú representas? Esta es una pregunta importante para todos nosotros, y a veces nos puede ayudar a mantenernos caminando cuando nuestra visión a largo plazo no es clara.
Otro hombre le escribió a Jung sobre cómo había hecho cosas de las que se arrepentía y estaba desesperado buscando una guía sobre cómo enmendar su error. A él le escribió Jung:
Nadie puede enmendar con unas pocas palabras una vida mal vivida. Pero no hay cima que no puedas subir al enmendar tus esfuerzos en el lugar correcto. Cuando alguien ese un desastre como tú lo eres, uno no tiene el derecho de preocuparse de la idiotez de la psicología propia. Solo debe tomar el siguiente paso con diligencia y devoción y ganarse la voluntad de los demás. En cada cosa pequeña que haces de esta manera te encontrarás a ti mismo. [Todo el mundo tiene] que hacerlo con dificultad, y siempre con el siguiente paso, el más pequeño, el más difícil.3
Yo encuentro el consejo de Jung increíblemente útil cuando he hecho algo malo, lo cual ha sucedido en mi episcopado; o cuando me he dando cuenta de que mis intenciones de hacer el bien fueron experimentadas con dolor por alguien. No ayudar justificar mis acciones o dar excusas. Simplemente yo debo hacer lo que pueda hacer para enmendar y restituir, paso a paso. Quienes transitan el camino de la recuperación y de los Doce Pasos saben esto muy bien.
Esta es como yo asumo las cosas, como su obispa, mientras enfrentamos la complicidad histórica contemporánea del racismo sistémico. Es un largo camino de reparación – enmendar el daño hecho paso a paso. Algunos de ustedes pueden estar aprendiendo a enmendar los daños hechos, un paso en la fe tras otro, y tu congregación aún no se han involucrado que el tema de las reparaciones incluye. Todo lo que puedo decir es que estos asuntos son reales, profundos y quienes se benefician de la supremacía blanca en nuestra sociedad no podrán decir por mucho tiempo que son ignorantes o inocentes.
En este y en todos los aspectos de nuestra vida en comunidad, y para nuestra diócesis, Jesús nos llamará a veces a tomar pasos valientes y caminar sobre el agua. Pero otros días, y en muchas ocasiones, el siguiente paso en la fe para nosotros es humilde, porque estamos en un valle, no en una montaña, y estamos caminando más por fe que por vista. Por supuesto que nos cansaremos. Seríamos de piedra si no nos sentiremos sin ánimo. El duelo es real. Pero he aquí la paradoja de la fe, cuando aceptamos el duelo y las dificultades de la vida, se aumenta nuestra capacidad para experimentar el gozo. Como Jesús nos dijo, el camino de la cruz es el camino de la vida.
Quienes planificaron esta Convención han trabajado duro para mostrar las señales de esperanza y bondad en nuestra diócesis, para que podamos saborear y celebrar, y para animarnos mientras caminamos juntos. Les recordaremos de los recursos disponibles mientras toman el siguiente paso en la fe en tu contexto, y algunos de los pasos en la fe para nuestra diócesis son humildes y apremiantes. Unos pocos serán como caminar por sobre las aguas.
Que podamos estar abiertos al Espíritu de Dios que se mueve entre nosotros, dándonos consuelo, fortaleza y valentía para tomar el siguiente paso en la fe, y que podamos confiar que Quien ha comenzado la buena otra en nosotros la llevará a cabo hasta su cumplimiento. Amén.
1https://www.trolleyjournal.com/doctorow-kennedy
2Citado por Maria Papova en The Marginalian, reflexiones y citas compartidas semanalmente
3Citado de nuevo en The Marginalian
by Bishop Mariann | Feb 1, 2022
Mira, estoy haciendo una cosa nueva.
Isaías 43:19
Hace diez años, el pasado mes de noviembre, comenzamos nuestro viaje juntos. Esto es lo que me parecía entonces. Hace 10 años este fin de semana presidí mi primera Convención Diocesana y comencé con estas palabras:
Estoy entre ustedes como discípula de Jesús, y como alguien que ha llegado a comprender el trabajo de mi vida al servicio de la renovación espiritual y la transformación estructural de la Iglesia Episcopal. Se nos ha confiado una expresión del evangelio de Cristo que no tiene precio, y para que podamos cumplir los sueños que Dios nos ha dado, necesitamos una mayor capacidad para el ministerio.
Piensen en lo que significa para ustedes tener un hogar espiritual con una apreciación del misterio y rigores de la investigación científica, con fe experimentada en la tensión creativa de las polaridades: corazón y mente, palabra y sacramento, oración y acción. Piensen en lo que significa ser parte de una iglesia que no pide a sus miembros que estén de acuerdo en teología o interpretación bíblica, sino que confía en la gracia de Dios para unirnos, en reconocimiento de nuestras diferencias y la convicción de que todos son bienvenidos en Cristo.
Todavía vivo por estas palabras. A ellos ahora les añado:
Piensen en lo que significa ser parte de una Iglesia que está dispuesta a ir primero, que no elude las verdades duras, sino que nos inspira a enfrentarlas con valentía.
En su mejor momento, la nuestra es una tradición de fe especialmente adecuada para nuestro tiempo. Creo que Dios quiere que seamos un ejemplo fuerte y convincente de lo que significa seguir a Jesús, recurriendo a lo mejor de nuestra tradición y adaptándolo para conocer al mundo en el que vivimos.
Hoy me vuelvo a comprometer como su obispa con la renovación espiritual y la transformación estructural de nuestra iglesia, que incluye un reconocimiento honesto de nuestra historia, una inversión estratégica en ministerios para hoy, y una visión esperanzadora para el futuro.
Afortunadamente, no entré en este trabajo esperando que fuera fácil, rápido o con una garantía de éxito. 18 años de ministerio parroquial en un lugar me enseñaron el valor de tomar la visión larga, avanzando incrementalmente, como lo hicieron nuestros antepasados espirituales, en etapas. Yo sabía que mi curva de aprendizaje sería empinada; yo haría errores; y experimentaríamos contratiempos y tormentas. Yo también sabía que Dios sería fiel, nuevas oportunidades se presentarían, y yo llegaría a amarlos. Hace diez años este conocimiento estaba en mi cabeza. Ahora vive profundamente dentro de mí. Estoy orgullosa de ser su obispa. Gracias por su fidelidad; por hacerme responsable; y por las innumerables formas en que me inspiran.
Mirando hacia atrás, uno de los aspectos más sorprendentes de los últimos diez años es la constancia de la transición. De nuestras 86 congregaciones, todas menos 8 han experimentado o están experimentando un cambio en el liderazgo del clero, y algunas más de una. Algunas de las transiciones han sido suaves; otras menos. Sólo el año pasado, 21 congregaciones experimentaron un cambio en el clero, y comenzamos 2022 con 34 congregaciones en transición, lo que es decir con un Rector Interino, Sacerdote a cargo, o clero suplente. Eso es sólo el clero – ha habido transiciones equivalentes en el personal y el liderazgo laico. La transición también ha sido una realidad en el personal diocesano.
La Iglesia no es única en esto. En los últimos años, hemos experimentado lo que algunos llaman la Gran Dimisión, una enorme rotación de liderazgo y personal que afecta a escuelas, hospitales, empresas de todo tipo. Agregue los trastornos sociales más dramáticos por los que hemos pasado, y no es de extrañar que un tema común en este momento sea el cansancio.
Hemos vivido dos años y estamos entrando en un tercero de esta pandemia mundial. El sufrimiento que ha causado, que continúa para muchos, está más allá de nuestra capacidad de comprender plenamente. Pero esto lo sé: Como comunidades arraigadas en Jesús, ustedes han respondido con amor, extendiéndose más allá de ustedes mismos para ayudar a sus vecinos que están experimentando inseguridad alimentaria o falta de hogar, soledad o dolor. Ustedes han hecho esto en medio de las intensas presiones de mantener sus propias vidas juntas, mientras cuidar de sus familias y hacen adaptaciones constantes a los riesgos en constante cambio.
La pandemia ayudó a sacar a la superficie desigualdades raciales de larga data, verdades duras sobre quiénes somos como nación. Ustedes han permanecido firmes al examinar la complicidad histórica y continua de nuestra iglesia en el racismo. Luego, encima de todo lo demás, cuando miles de refugiados de Afganistán comenzaron a llegar a nuestra región, respondieron con generosidad y compasión, hábilmente dirigidos por nuestro maravilloso grupo de diáconos.
Finalmente, en la adoración y la formación cristiana, ustedes han tenido que adaptarse a los niveles de riesgo continuamente cambiantes causados por el COVID, dando tumbos y aprendiendo nuevas habilidades para mantener a las personas en sus comunidades conectadas entre sí. Si bien esta fue y sigue siendo una curva de aprendizaje empinada para nuestras congregaciones, miren lo lejos que hemos llegado.
Por toda la bondad que se ha cosechado en este tiempo fundacional, estamos comprensiblemente cansados. Pero como la Reverenda Glenna Huber nos recordó recientemente a aquellos reunidos para la ordenación de nuestros dos diáconos de transición más nuevos, cuando estamos cansados por las oportunidades y los cambios de la vida, podemos encontrar descanso en la eterna inmutabilidad de Dios. Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre.
Ella nos contó de una conversación que tuvo en un parque de la ciudad con una persona sin hogar. Esta persona se lamentaba de las muchas dificultades que estaba soportando y Glenna escuchó. La persona le agradeció a Glenna por su bendición y le ofreció una bendición a cambio: “Nunca olvide que cuando las cosas se hacen difíciles, Dios no abandona”. Dios nos llevará hasta que podamos caminar de nuevo”. Que la fe de este hombre sea nuestra inspiración. Porque nada nos puede separar del amor de Dios. Jesús está con nosotros, como Él prometió, hasta el final de los tiempos.
Jesús está aquí. Y nosotros también.
Nuestros amigos del Grupo Unstuck nos animan a ver dónde estamos ahora como nuestro punto de partida para el futuro ministerio. Eso no significa que todo antes de la pandemia se pierda para nosotros. Pero significa que la pandemia está cambiando algunas cosas permanentemente. Estamos siendo cambiados. Pienso en el patriarca bíblico Jacob, que caminó con cojera después de su noche luchando con un ángel. El cambio para nosotros es tan grande, y hay dolor involucrado. Pero Dios está haciendo algo nuevo.
Mientras echamos nuestra mirada colectiva al año que viene, tengo algunas cosas en mi corazón para decir, sabiendo que nada que diga será útil para todos. Por favor, tomen lo que resuene para usted y lo que es útil.
Mi primera palabra para ustedes y para mí es descanso. Muchos me han dicho que casi se han olvidado de cómo descansar, algunos confesaron honestamente que incluso antes de la pandemia no eran tan buenos en ello.
Me doy cuenta de que pedir descanso puede parecer sordo cuando se nos exige tanto, como cuando el pediatra de mi infante asmático me dijo que necesitaba más sueño. Hay momentos en la vida en los que el descanso es difícil de alcanzar. Ahora me siento así. Sin embargo, si no nos tomamos tiempo para descansar, se nos obligará a través de una crisis. El teólogo Howard Thurman, que no era ajeno a las realidades más duras de la vida, escribió una vez: “Una cosa que podemos y debemos hacer es encontrar fuentes de fuerza y renovación para nuestros propios espíritus, para que no perezcamos”.
A principios de febrero, enviaré una carta a los líderes congregacionales, pidiéndoles que den a todos en el empleo de su iglesia una semana de ausencia pagada de descanso, no contada contra vacaciones o licencia por enfermedad. Algunos ya han hecho algo similar, y estoy agradecida por su ejemplo. Para aquellas congregaciones con poco o ningún personal pagado, considere algún tipo de período de descanso para sus voluntarios. Hay muchas maneras en que esto puede hacerse, y su personal diocesano y deanes regionales–de quienes esta solicitud vino a mí– están aquí para ayudar. Esto es una petición, no un mandato, pero es importante. El sábado, como nos recuerda el filósofo judío Abraham Joshua Heschel, es “tiempo para reparar nuestras vidas destozadas”. Para muchos, la vida está destrozada ahora.
Ojalá pudiera sugerir lo mismo para todos en sus lugares de trabajo, y dar a todos los padres y cuidadores una semana para descansar. Lo que puedo hacer es recordarnos a todos que seamos amables unos con otros y realistas en nuestras expectativas. Las palabras de la Reverenda Jenifer Gamber a nuestras congregaciones de Cuidando Nuestra Tierra valen la pena repetirlas para todos: “No nos estamos quedando atrás. Estamos respondiendo al mundo tal como es”.
Del mismo modo, en la Bendición de Año Nuevo, la pastora luterana Nadia Bolz Weber oró para que todos pudiéramos bajar nuestras expectativas en 2022 – bajar nuestras expectativas de nosotros mismos, para que podamos estar agradecidos por cada pequeño logro; reducir nuestras expectativas de las personas que nos rodean para que las apreciemos tal y como están; y reducir nuestras expectativas de la cadena de suministro y el sector de servicios para que podamos centrarnos más en lo que obtendremos y menos en lo que no.
Con expectativas más bajas, escribe, somos libres de celebrar cada bendición que viene a nosotros, por pequeña que sea. Ahora soy una clase de persona con altas expectativas, y la bendición de Nadia ha sido un regalo del cielo para mí, incluso mientras me esfuerzo por hacer lo mejor que pueda.
En el mismo sentido, la segunda palabra que propongo para el próximo año es simplificar. Seguramente parte de lo nuevo que Dios está haciendo incluye una invitación para enfocar nuestras energías en menos cosas, las cosas más esenciales, y siempre que sea posible, para compartir las cargas de los demás.
No tienen que hacer todo solo. Al planificar sus ofertas de ministerio, por ejemplo, recuerde que ahora tenemos una Escuela robusta para la Fe Cristiana y el Liderazgo a la que puede recurrir, con una amplia gama de recursos. Entre esas ofertas hay una serie (en idioma inglés) sobre los fundamentos de la fe llamada “Discubrir. Abrazar. Hacerse”. Es un gran vehículo con el que invitar a su pueblo a beber de los profundos y restauradores pozos de fe. También hay entrenamientos bajo demanda para nuevos miembros de la junta parroquial y tesoreros y muchos otros recursos prácticos.
Al buscar formas de participar o profundizar en las obras de justicia y misericordia, recuerde que hay muchos con los que puede colaborar. También, mientras ustedes planean la adoración, ustedes pueden apoyarse en otras congregaciones, incluyendo nuestra Catedral. Está bien descansar como congregación, incluso en la mañana del domingo. Por favor, no se sientan que necesitan agotarse durante la Semana Santa este año. Puede elegir adorar con otros y Dios estará con usted. Simplifique sus ofertas y colaboren entre sí.
La tercera y última palabra que ofrezco hoy (en realidad tres palabras): mantengan el curso. El descanso y la simplicidad están al servicio de lo que Dios está haciendo. Confía en que el que ha comenzado un buen trabajo entre ustedes lo llevará a la conclusión.
Seguiremos el curso con nuestro plan estratégico. Aunque la pandemia inicialmente se sintió como un revés, ahora estoy convencida de que a través del arduo trabajo de planificación, Dios nos estaba preparando para navegar a través de lo que estaba por venir. Fijar nuestros ojos en unos pocos objetivos estratégicos cada año nos ha servido bien.
Continuaremos en el camino que Dios nos ha puesto. Ahora tenemos prácticas clave y herramientas duraderas a las que recurriremos una y otra vez, entre ellas, los 7 signos vitales para la salud congregacional. Cuidar Nuestra Tierra sigue siendo nuestra inversión más completa en vitalidad congregacional y ahora estamos aceptando solicitantes para el segundo grupo de 12 congregaciones. La Escuela de Fe Cristiana y Liderazgo continuará inspirando a nuestra gente a crecer en fe y equipar a nuestros líderes para liderar bien. Y continuaremos asociándonos en ministerios de equidad y justicia para lograr un mayor impacto en nuestras comunidades.
Al mantener el curso, centramos nuestra atención en dos objetivos del plan estratégico a los que ahora podemos dar prioridad. Las metas no son nuevas, porque Dios ya las ha puesto en nuestros corazones, y el trabajo en ellas está bien en marcha. Lo que es nuevo es que los estamos nombrando, agregándolos a nuestro ritmo establecido de Planes de Acción de 90 días y responsabilizándonos en seguir adelante.
Ambos objetivos están orientados al futuro y dan prioridad a las las nuevas generaciones. El primero de estos nuevos objetivos para 2022 es promover las prácticas de Cuidado de la Creación en todas nuestras comunidades.
Las realidades agravantes del cambio climático y otras preocupaciones ambientales son motivo de alarma. Sin embargo, para muchos –yo incluida– los problemas a veces parecen lejanos. Afortunadamente, el Espíritu Santo está trabajando en todo el mundo y en nuestras congregaciones, inspirando a muchos a actuar para el cuidado de la creación de Dios de maneras concretas. Este año crearemos los medios para amplificar y expandir los esfuerzos de nuestros líderes del cuidado de la creación, compartir las mejores prácticas entre nosotros, y establecer objetivos regionales y diocesanos para reducir los residuos, preservar los recursos naturales y reducir nuestra huella de carbono. Más tarde durante esta mañana encargaremos al Equipo Diocesano de Cuidado a la Creación que dirija este esfuerzo. Su primer plan de acción de 90 días es hacer balance de todas nuestras congregaciones. Para obtener más información, comuníquese directamente con Hazel Monae, nuestra Misionera por la Equidad y la Justicia, o directamente con un miembro del equipo de Cuidado de la Creación.
El segundo de nuestros objetivos para 2022 es lanzar o relanzar hasta tres comunidades de adoración enfocadas en las nuevas generaciones, para que nos convirtamos en un hogar espiritual para nuestros hijos y nietos.
Este objetivo surgió del reconocimiento de que la edad promedio de casi todas las congregaciones en la diócesis es significativamente más alta que la de sus vecindarios circundantes. Si bien tenemos la intención de equipar a todas las congregaciones que buscan tener más jóvenes, de las cuales hablaré en un momento, está claro que las iglesias con el mayor éxito en el crecimiento de la juventud son aquellas que hacen de las generaciones emergentes su principal prioridad. Tenemos la intención de establecer hasta tres comunidades de adoración para quienes ese es el caso.
Este año comenzaremos con un tiempo de escuchar para identificar dónde sería más fructífero invertir en comunidades de adoración para las generaciones venideras y luego cultivar esa tierra. En los primeros 90 días, crearemos equipos de trabajo para estudiar demografía, salir a los vecindarios, hacer balance de recursos e identificar a aquellos a quienes Dios está llamando a esta obra. En diciembre pasado, nos reunimos con 15 de estos líderes para una conversación inicial, y esas conversaciones continuarán y crecerán. Porque esto no será un esfuerzo impulsado por el personal diocesano solo, sino uno emprendido en profunda consulta y asociación con los líderes regionales.
La diócesis ha plantado varias congregaciones en el pasado no muy lejano: San Nicolás Germantown en el 1990s, y todas nuestras comunidades hispanohablantes, principalmente dentro y en asociación con congregaciones de habla inglesa. Ahora somos bendecidos con tres clérigos latinos sirviendo como rector o sacerdote a cargo de congregaciones mutli-culturales adorando en dos idiomas. En 2017, con el apoyo de la Iglesia Episcopal más amplia, iniciamos Misa Magdalena en Aspen Hill, dentro de los límites parroquiales de Santa María Magdalena. En el futuro, Misa Magdalena busca ser una misión de la diócesis, enfocada en la gran comunidad hispano-latina en el lado oriental del Condado de Montgomery. Es una iglesia joven para una población joven de 2nd y 3er generaciones de latinos que crecieron en este país hablando ambos idiomas con amplias y eclécticas influencias culturales.
La amplitud de la influencia cultural es la norma entre las nuevas generaciones.
Aquí está mi invitación: Si su iglesia está en o cerca de la región donde hay personas que son significativamente más jóvenes que su membresía actual; si los jóvenes están encontrando su camino a usted; si usted es un líder joven, o si usted, no importa su edad, se siente llamado a unirse a esta temprana etapa de trabajo de ministerio con las nuevas generaciones, por favor hágamelo saber.
El enfoque principal aquí será en las necesidades, aspiraciones y preferencias de adoración de los jóvenes que actualmente no están comprometidos con nosotros. Dada la diversidad de experiencias de vida, antecedentes culturales, identidad racial y realidades socioeconómicas de las personas menores de 35 años, podemos esperar que estas comunidades sean diferentes entre sí y de lo que estamos ofreciendo ahora. Porque si lo que estábamos ofreciendo ahora tuviera éxito en llegar a las nuevas generaciones, no tendríamos que hacer nada nuevo. Dios está haciendo algo nuevo aquí, y nosotros también.
Permítanme hablar ahora sobre el deseo de crecer más joven en felicitaciones a través de la diócesis. Sin duda, algunas congregaciones son lugares con altos porcentajes de la mayoría de las generaciones mayores, y sus ministerios comprensiblemente reflejan su contexto. Sin embargo, para aquellos cuyo contexto es más joven, y que desean aprender y tener más jóvenes, proporcionaremos recursos y fomentaremos la colaboración en ministerios con y para los jóvenes. Tomará tiempo, y nuestro trabajo comenzará, como escuchamos poderosamente en los testimonios de anoche, con escuchar.
Tenemos la bendición de que la Reverenda Amanda Akes-Caldwell se unirá al personal diocesano la próxima semana como Misionera para la Formación y el Desarrollo Cristiano. Amanda viene a esta posición con una pasión para construir sobre los recursos y las relaciones a través de la diócesis para crear ministerios intergeneracionales fuertes en nuestras congregaciones. Ella trabajará en colaboración con ustedes para ofrecer reuniones regionales y diocesanas para estudiantes y adultos jóvenes. Junto con otros, ella ayudará a anclar nuestras iniciativas con las nuevas generaciones.
Entre los recursos que la Reverenda Jenifer Gamber se está preparando para ofrecer a través de la Escuela para la Fe Cristiana y el Liderazgo está Growing Young: 6 Essential Strategies to Help Young People Discover and Love Your Church (Creciendo Joven: 6 Estrategias Esenciales para Ayudar a los Jóvenes a Descubrir y Amar a Tu Iglesia). Se basa en un estudio nacional de más de 250 congregaciones de diferentes denominaciones, tamaños, ubicaciones geográficas e identidades raciales/culturales, el 50% eran congregaciones de color. De esa investigación los investigadores identificaron 6 compromisos centrales de congregaciones que se han comprometido exitosamente con los jóvenes de 15-29 años y como resultado están creciendo espiritual, misionera y numéricamente.
Se alegrarán de saber que los seis compromisos no requieren que su congregación se convierta en algo que no es, pero sí los invitan a tener relaciones profundas con los jóvenes en sus vidas y a llegar a los jóvenes en sus vecindarios. Para aquellos de nosotros que ya no somos jóvenes, nos piden que renunciemos con gracia a nuestra primacía en la vida congregacional. Los compromisos son:
-
- Desbloquear el acceso al liderazgo para capacitar a otros, especialmente a los jóvenes.
- Empatizar con los jóvenes de hoy, poniéndose en los zapatos de esta generación.
- Tomar en serio el mensaje de Jesús y dar la bienvenida a los jóvenes en una forma de vida centrada en Jesús.
- Alimentar una comunidad de calidad y aspirar a experiencias significativas entre pares e intergeneracionales.
- Priorizar a los jóvenes (y a las familias) en todas partes y buscar formas creativas de apoyarlos, recursos e involucrarlos en todas las facetas de su congregación.
- Ser los mejores vecinos y equipar a los jóvenes para que sirvan a otros, tanto a nivel local como global.
Si desea reunirse en un grupo pequeño para leer Growing Young (Creciendo Joven), la Escuela de Fe Cristiana y Liderazgo proporcionará hasta cuatro libros para cada congregación. Nuestra única estipulación es que usted identifique al grupo de lectores primero, díganos cuáles son sus esperanzas en leerlo juntos, y cuando usted está terminado, comparta con lo que usted aprendió y cómo usted implementará una o más de las seis estrategias. La Reverenda Jenifer Gamber enviará una encuesta al clero la próxima semana para indicar su interés.
Me doy cuenta de que muchas de nuestras congregaciones que disfrutaron de ministerios con jóvenes vivos, jóvenes adultos y familias antes de COVID han visto una disminución en su compromiso, lo cual ha sido desalentador. Pero eso no significa que podamos renunciar.Las necesidades son grandes, y estamos aprendiendo maneras de llegar, con corazones abiertos y escuchando.
Creo que las congregaciones compuestas en su mayoría por personas de mi edad o mayores están equipadas de manera única para tener éxito en el crecimiento joven. Para nosotros, que tenemos más de 60 años, estamos en la temporada de la generatividad, un momento para tomar un papel activo y participativo en el mundo a través de la enseñanza, la tutoría y el intercambio de sabiduría con personas, además de nosotros mismos y nuestra familia inmediata. Es nuestro momento de alentar a los líderes más jóvenes y contribuir a las necesidades de la próxima generación.
El liderazgo de los ancianos implica amor sacrificial, dejar ir algunas de las cosas que apreciamos para hacer espacio para lo nuevo que Dios está haciendo con y para nuestros hijos y nietos. La buena noticia es que a medida que hacemos esto, nos convertimos en los ancianos que los jóvenes quieren estar cerca, y la vitalidad que traen a nuestras congregaciones nos dará una gran alegría. De hecho, somos transformados por estas relaciones.
Permítanme concluir con una palabra sobre mi mandato como obispa. Como dije antes, comencé este trabajo con la expectativa de que yo sería obispa por lo menos mientras yo hubiera sido rectora. Esa sigue siendo mi esperanza, con su consentimiento. Durante mi revisión anual del año pasado, le dije al Comité Permanente y al Consejo Diocesano que, con su bendición, me comprometería sin reservas por cinco años más. Para 2026, habremos completado los cinco años de este primer plan estratégico y estaremos en una fase de evaluación, posicionándonos para un nuevo proceso estratégico. En esa marca de 15 años de mi episcopado, necesitaremos determinar en oración si es mejor para nosotros continuar juntos otros cinco años. Si la respuesta es sí, eso es lo que haremos. De lo contrario, comenzaremos el proceso para una transición de liderazgo fluida, que para las posiciones de los obispos usualmente toma dos años. Mi objetivo, al darle el crozier a su próximo obispo, es que la diócesis sea fuerte, saludable y bien equipada para su próxima temporada de ministerio, con líderes en ascenso a lo largo de la vida diocesana y congregacional.
Con ese fin, me dedico de nuevo a Dios y a nuestro ministerio, y los invito a ustedes, como se sienten llamados, a hacer lo mismo. Que Dios nos dé la gracia y el valor para descansar, simplificar y seguir el curso. Porque Dios está haciendo una cosa nueva, y somos bendecidos al ser parte de ella.
Gracias por escuchar.
by Bishop Mariann | Nov 16, 2021
Querido clero y miembros laicos de la Convención,
Bendiciones para ustedes y para sus seres queridos. Mientras nos acercamos al final de año y al comienzo del Adviento, ya estamos también planificando nuestra Convención Diocesana para el 2022. Espero verlos allí.
Fecha y Lugar
Viernes, 28 de enero por la noche, Evento Virtual en línea
Tendremos un evento virtual en línea el viernes en la noche para inspirarnos y retarnos. Tendremos más información pronto. Los miembros de la Convención tendrán la oportunidad de inscribirse para el webinar por Zoom y el evento será transmitido en vivo.
Sábado, 29 de enero, en persona en la Catedral Nacional de Washington
La parte legislativa de la Convención ocurrirá en persona en la Catedral Nacional de Washington, el sábado 29 de enero. Estamos emocionados de reunirnos en persona después de estar alejados por tanto tiempo, aunque yo sé que esto puede causar ansiedad en algunos. Pero esto también es necesario ya que nuestros cánones no tienen ninguna provisión para reunirnos de manera alternativa. Por tanto, debemos ratificar acciones tomadas en la Convención del año pasado y en la Convención Especial (que tuvo lugar bajo una suspensión temporal de nuestros cánones) para así enmendar nuestros cánones y poder tener una Convención en línea o en formato híbrido en el futuro.
Protocolos de Seguridad
Para asegurar que nuestro tiempo juntos tenga el menor riesgo posible, seguiremos los siguientes protocolos de seguridad para nuestra salud colectiva.
La asistencia en persona estará limitada al clero y a los delegados laicos, miembros ex-officio y equipo de apoyo. Las personas que no estén en estas categorías tendrán la oportunidad de ver la reunión virtual en línea.
- El uso de máscaras será requerido.
- Todas las personas que participen en la Convención necesitarán traer prueba de vacunación para ser chequeados el sábado.
- Una nota sobre este último punto. Yo comprendo que pueden haber personas que no están vacunadas o que no se sienten cómodas mostrando una prueba de vacunación. Sin embargo, el Consejo Diocesano, el Comité Permanente y yo hemos determinado que una prueba de vacunación es necesaria para nuestra salud física y paz mental.
Si eres un delegado y no tienes la voluntad o no puedes vacunarte, ahora es el momento de asegurar un delegado suplente de tu parroquia.
Fielmente,
Obispa Mariann
by Bishop Mariann | Nov 16, 2021
Dear Clerical and Lay Members of Convention,
Blessings to you and your loved ones. As we near the end of the year and the beginning of Advent, planning is well underway for the 2022 Diocesan Convention. I look forward to seeing you there.
Date and Location
Friday Evening, January 28 Online Event
We will hold a virtual event Friday evening to inspire and challenge us. We’ll have more information to share soon. Members of the Convention will have the opportunity to register for the Zoom webinar, and the event will be live-streamed.
Saturday, January 29, In-person at Washington National Cathedral
The legislative portion of Convention will occur in person at Washington National Cathedral on Saturday, January 29. While we are excited to gather in person after being apart for so long, I realize that it may cause anxiety for some. It is necessary because our canons do not as yet have provision for alternative ways of gathering. Thus we must ratify actions taken at last year’s online Convention and Special Convention (which took place under a temporary suspension of the canons), and to amend our canons so that we may hold Convention online or in a hybrid format going forward.
Safety Protocols
In order to ensure our time together is as risk-free as possible, we will follow several safety protocols for our collective health.
- In-person attendance will be limited to clergy and lay delegates, ex-officio members and support staff. Those persons who do not fall into these categories will have the opportunity to watch the proceedings as they are streamed online.
- Masking will be required.
- All persons participating in the Convention will need to supply proof of vaccination in order to check in on Saturday.
A note about that third bullet point: I understand that there may be people who are not vaccinated or are uncomfortable showing proof of vaccination. Nevertheless, Diocesan Council, the Standing Committee, and I have determined that proof of vaccination is necessary for our physical health and peace of mind.
If you are a member of Convention and unwilling or unable to be vaccinated, now is the time to secure an alternate delegate for your parish.
Faithfully,
Bishop Mariann