Discurso Diocesano 2024 de la Obispa Mariann E. Budde

Discurso Diocesano 2024 de la Obispa Mariann E. Budde

Me dirijo a ustedes en el decimotercer año de mi episcopado y al comenzar el quinto año de nuestro plan estratégico. Este es el tramo final de dos años de un viaje que comenzamos en 2020, invirtiendo intencionalmente recursos diocesanos en áreas de enfoque mutuamente discernidas.

Como ya sabrán por experiencia propia, cualquier proyecto a largo plazo basado en una visión pasa por etapas. Comienza con el entusiasmo inicial de la claridad de la cima de la montaña; luego vuelve a bajar a los valles de la realidad. Lo que sigue es una etapa intermedia marcada por contratiempos y complicaciones imprevistas. En la “parte intermedia” –una expresión acuñada por Scott Belsky para describir lo que él llama “la parte más difícil y crucial de cualquier aventura audaz”1 — cambia tu idea de lo que es posible. Puede ser un momento desalentador y agotador, porque estás trabajando duro y aún no tienes mucho que demostrar. Sientes la tentación de abandonar. Pero si por gracia y con perseverancia sigues adelante, puede surgir una nueva energía, a medida que tus esfuerzos constantes cobran impulso. Trabajas tanto como antes, pero por fin ves el fruto de tu trabajo.

El autor Jim Collins llama a este cambio de energía e impulso “el efecto del volante”, tomando prestada la imagen de un disco de metal muy pesado que gira sobre un eje, una rotación cada vez. Al principio, se necesita todo el esfuerzo para hacer girar el volante una vez. La segunda vez es igual de difícil, y la tercera también. Pero a medida que avanzas, el peso que antes te frenaba empieza a jugar a tu favor. Sorprendentemente, no hay un momento o una cosa que hayas hecho que por sí sola pueda explicar el cambio: el avance se produce a través del resultado acumulativo de innumerables pequeños pasos.

En las Escrituras, este mismo proceso se describe como el fruto de la fidelidad y la virtud de la perseverancia. Es más, las Escrituras enseñan que se produce una transformación espiritual en nuestro interior cuando caminamos por fe hacia una visión que inicialmente no éramos capaces de cumplir. Por la gracia de Dios, nos convertimos en personas capaces de hacer lo que antes era imposible.

Se necesita algo más que valor para seguir adelante; es un trabajo del corazón.

Oro a diario para que el efecto del volante se afiance en la Diócesis de Washington. Dentro de un momento, les recordaré nuestras iniciativas estratégicas, que quizá no conozcan o hayan olvidado. Eso es completamente comprensible, dada la necesaria concentración en sus vidas y en el trabajo que Dios ha puesto ante ustedes.

Así que permítanme comenzar por ahí, por sus vidas y ministerios, con una palabra de gratitud y asombro. Doy gracias por el Espíritu Santo, cuyo poder actuando entre ustedes y a través de nosotros es una maravilla digna de contemplar. Doy gracias a Dios por ustedes, los miembros de este órgano y las comunidades que representan. Es un privilegio estar con ustedes: cada domingo en una congregación diferente, cada mes con los órganos de liderazgo elegidos, cada día reunidos con grupos centrados en preocupaciones específicas, regularmente en servicios de celebraciones y testimonio público, compartiendo comidas y en conversaciones individuales.

Todos los que formamos parte de su personal diocesano sentimos ese mismo sentimiento de gratitud y asombro cuando somos testigos de lo que Dios está haciendo entre ustedes y a través de ustedes, y de su valiente respuesta.

También nos sentimos honrados de estar con ustedes en los momentos más difíciles, cuando experimentan una decepción o una pérdida, se enfrentan a cuestiones dolorosas para las que no hay respuestas fáciles, experimentan un cambio repentino, se reúnen en duelo comunitario, o cuando intentan abordar un sufrimiento tan vasto que cualquier esfuerzo se siente como una gota de agua en el desierto. Gracias por permitirnos acompañarles a través del terreno salvaje. A veces, el camino a seguir pasa por la muerte, cuando el camino de la cruz ya no es una idea, sino nuestra realidad. Incluso allí, Jesús promete estar con nosotros, con la esperanza de la resurrección. Allí, en la comunidad Cristiana, nos ayudamos unos a otros.

 

Cuidar el corazón

El pasaje de la Escritura que me venía a la mente mientras me preparaba para hoy es del Evangelio de Lucas. Es una simple frase introductoria a una parábola, para asegurarnos de que no nos perdemos su significado.

Lucas escribe al principio del capítulo 18: “Entonces Jesús contó a sus discípulos una parábola sobre la necesidad que tenían de orar siempre y no desfallecer.”

La historia que sigue es la de un juez sin escrúpulos agotado por una viuda persistente que no deja de acosarle para que haga justicia contra su enemigo. Me encanta que Jesús cuente una historia escandalosa como forma de animarnos a no desfallecer, a “guardar nuestros corazones”, como está escrito en el Libro de los Proverbios, “porque todo lo que hacemos fluye de ellos.”

Entonces empecé a explorar otros lugares de los Evangelios en los que Jesús habla directamente a nuestros corazones. La víspera de su arresto, Jesús dice a sus discípulos: “No se turbe su corazón. Creen en Dios; crean también en mí”. Había muchas cosas por las que preocuparse aquella noche, como las hay ahora para nosotros. Los discípulos de Jesús no se libran de los problemas. Lo que Él nos da en tiempos de angustia es un pozo más profundo del que beber, una paz que sobrepasa todo entendimiento y un amor que es el antídoto contra la ansiedad y el miedo.

En otro lugar, Jesús advierte contra lo que llama “dureza de corazón”, una imagen que se encuentra en toda la Escritura para describir lo que ocurre cuando nos encerramos en nosotros mismos. La dureza de corazón es una respuesta de supervivencia, una forma de protegernos del dolor de un corazón roto. Aquí Jesús parece estar diciendo que nuestros corazones necesitan romperse de vez en cuando, o corremos el riesgo de convertirnos en piedra. Seguramente, el dolor de este mundo rompe también el corazón de Jesús. En nuestros corazones rotos, unidos a los suyos y a los demás, reside la esperanza de este mundo.

Tengan en cuenta que Jesús casi siempre habla a los discípulos, y a nosotros, colectivamente. No estamos hechos para hacer solos el trabajo del corazón. En esta Convención y después de ella, les pido que nos mantengamos en relación unos con otros, que nos animemos mutuamente y celebremos las alegrias de los demas y nos ayudemos a llevar las cargas de los demas. Hoy escuchemos respetuosamente cuando discutamos asuntos sobre los que no estamos de acuerdo. Cuiden los corazones de los demás y los suyos propios.

 

Discipulado valiente

El tema de esta Convención es el Discipulado Valiente, un reconocimiento de que nuestro tiempo exige valentía en casi todas las esferas de la vida, y que lo que tenemos en común es nuestro compromiso de seguir a Jesús. También tengo presente el recordatorio del Hermano Curtis Alquist de que Jesús nos llama a ser sus discípulos no porque seamos asombrosos. Lo asombroso es la gracia de Dios, que se perfecciona en nuestra debilidad.

¿Qué significa ser discípulo de Jesús?

Esa pregunta surgió repetidamente en las conversaciones a nivel diocesano que condujeron al plan estratégico. Nuestra gente nos dijo que anhelaba un camino más claro de discipulado en la Iglesia Episcopal. Otros cristianos parecen ser mucho mas claros que nosotros, nos han dicho. Decimos muchas palabras en nuestras liturgias, dijeron, pero en la práctica, no sabemos cómo crecer en la fe. A decir verdad, no estamos seguros de querer hacerlo, si cuesta demasiado. Pero ¿qué les decimos a nuestros hijos adultos, muchos de los cuales han abandonado la Iglesia? ¿Que les decimos a los que se unen a nosotros en la adoración como visitantes e invitados? Les damos la bienvenida, o eso creemos, y queremos que sigan viniendo, que participen, que se comprometan, pero ¿cómo hablamos de cuestiones de fe?

En 2024, el discipulado valiente es un objetivo diocesano primordial. Tuvimos un comienzo inspirador cuando casi 40 líderes, laicos y ordenados, se reunieron durante todo un día a principios de enero para compartir ideas y recursos, que son muchos.

Anoche, ciento treinta de nosotros participamos en un encuentro en linea para experimentar Being With [Estar Con], un recurso diseñado para crear un espacio para explorar las cuestiones más profundas de la fe, dirigida por nuestro predicador, James Fawcett.

Dada nuestra diversidad, no existe un único recurso que sirva para nuestras 86 congregaciones. Además, el discipulado no es algo que pueda reducirse a un programa, pues es una forma de vida. Pero hay recursos para ayudarnos que no requieren mucho dinero o capacitación formal. Me atrevería a decir que todos los reunidos en esta Catedral ya son discípulos experimentados, o al menos queremos serlo, y sabemos que el discipulado es un camino que dura toda la vida, simplemente no lo tenemos tan claro como podríamos, no nos tomamos el camino tan en serio como se merece; y no hablamos de ello lo suficiente. Creo que el Espíritu se está moviendo entre nosotros para cambiar eso.

La Rev. Anna Olson, Directora de la Escuela para la Fe y el Liderazgo Cristiana, está liderando nuestro esfuerzo de discipulado, reuniéndose con líderes y recopilando recursos, para que podamos aprender unos de otros. En el tiempo de Pascua, ella y yo pondremos a prueba una experiencia diocesana de Being With [Estar Con] para aquellos que quieran experimentarla. Si el proyecto piloto resulta fructífero, haremos lo mismo con otros recursos de discipulado.

Llevo un rato hablando con ustedes. Tomemos un descanso de tres minutos, durante el cual les invito a compartir un pensamiento o sentimiento acerca de lo que significa para ti ser un discípulo de Jesús.

 

El Plan Estratégico: Revitalizar. Inspirar. Asociar.

Hasta ahora he hablado de un área de enfoque de nuestro plan estratégico: inspirar a nuestra gente a crecer en la fe. Ahora permítanme recordarles el plan en su totalidad.

Las tres palabras más importantes que hay que recordar son:

Revitalizar.
Inspire.
Associar.

Cada palabra encierra una prioridad diocesana fundamental, con objetivos a los que se aspira y esfuerzos específicos. En cada una de ellas, los fieles entre nosotros están trabajando a través de ese proceso de entusiasmo temprano y desordenado medio. Están haciendo girar sus ruedas de inercia, orando por el don del impulso y la fecundidad. Permítanme repasar brevemente cada uno de ellos.

 

Revitalizar nuestras congregaciones para hacer crecer el movimiento de Jesús.

Hay muchos caminos hacia la revitalización, y en toda la diócesis un buen número de nuestras congregaciones están experimentando una energía y una esperanza renovadas.

Como diócesis, llevamos tres años en una iniciativa integral de cinco años conocido como Cuidando Nuestra Tierra con 26 congregaciones de EDOW. El primer grupo de doce congregaciones completará el proceso este año, y las dos cohortes restantes continuarán: una terminará el año que viene y la tercera en 2026.

Hemos aprendido mucho a través de Cuidando Nuestra Tierra, y estamos empezando adaptar sus recursos para un uso más amplio, dividiéndolos en módulos más pequeños, adecuados para los objetivos específicos de aprendizaje de la congregación.

Un paso importante que debemos dar este año, bajo el liderazgo del Comité de Ministerios de la Iglesia Negra establecido y con nuestras congregaciones de habla hispana, es adaptar lo que tenemos o encontar otros recursos adecuados para las particularidades de nuestros variados contextos ministeriales.

La revitalización es un trabajo del corazón lento y constante, que hace girar la rueda. Como escucharemos de varias congregaciones a lo largo del día, el progreso no solo es posible sino que está ocurriendo.

En 2024, también vamos a intensificar nuestra colaboración, bajo el liderazgo permanente de nuestros deanes regionales. El ministerio de los deanes regionales, iniciado en 2020, tiene por objeto fortalecer las relaciones de proximidad geográfica, para que el Espíritu Santo tenga más con qué trabajar entre nosotros. Se trata de lideres con un corazon pastoral para sus colegas. Como parte del plan estratégico, compensamos modestamente a nuestros deanes regionales por su ministerio más allá de sus propias congregaciones.

Tambien estamos preparados para proporcionar mas apoyo diocesano cuando los equipos de congregaciones que quieran experimentar con personal y liderazgo del clero compartidos. En el sur de Maryland, tenemos dos ejemplos de liderazgo clerical compartido, y en el centro del condado de Montgomery, un fructífero ministerio juvenil colaborativo entre tres congregaciones. En los ministerios de equidad y justicia, las colaboraciones están por todas partes. Esto lo sabemos: cada vez es más difícil para muchas de nuestras congregaciones ir por libre. También sabemos que las colaboraciones no pueden forzarse. Sólo funcionan cuando las congregaciones entran en ellas libremente, superando el miedo a la pérdida con un espíritu de aventura.

Uno de los grandes obstáculos para la revitalización es el coste del mantenimiento de los edificios y las propiedades. El año pasado le pedí a Andrew Walter, Canónigo del Ordinario, que investigara y formulara recomendaciones sobre la administración de nuestros edificios, de modo que fueran un activo para nuestros ministerios y no un lastre. Nos hablará esta mañana.

El último esfuerzo de revitalización que mencionaré aquí es nuestro compromiso de plantar nuevas comunidades de adoración, con especial atención a las nuevas generaciones. Hemos empezado a trabajar en serio en Bowie, Maryland, un lugar estratégico con un gran potencial para una nueva expresión de adoración episcopal enraizado en la tradición de la Iglesia Negra.

Al frente de esta iniciativa, conocida como The Well, está la Reverenda Rondesia Jarrett-Schell (cuya cara sonriente pueden ver). Hemos comprometido formación, apoyo y recursos para The Well de un fondo reservado para nuevas comunidades de adoración procedente de la venta de bienes inmuebles diocesanos. Si quieres saber más, o conoces a gente en Bowie que podría disfrutar de estar en la planta baja de una iglesia nueva, habla con Rondesia.

Para resumir, estas son algunas de las ruedas volantes que estamos girando este año para revitalizar nuestras congregaciones: Ampliar el alcance de Cuidando Nuestra Tierra, los esfuerzos de colaboración para una mayor capacidad ministerial, la administración de nuestros edificios y propiedades, y una nueva expresión de adoración episcopal en Bowie, MD.

Pasemos ahora a nuestra segunda prioridad diocesana fundamental:

 

Inspirar a cada persona para que crezca en la fe y equipar a nuestros líderes para que dirijan bien.

El principal motor es la Escuela de Fe y Liderazgo Cristiana. Las iniciativas de discipulado que he mencionado antes no son más que una parte de la Escuela que establecimos en 2020.

Con el levantamiento de las restricciones de Covid, hay una energía renovada para las reuniones en persona para compartir ideas y recursos. Como ya he mencionado, 40 líderes pasaron un día entero juntos discutiendo sobre el discipulado. La semana pasada, 27 líderes de Formación Cristiana de EDOW y de diócesis vecinas pasaron cuatro días juntos en el Centro de Conferencias Claggett.

Tenemos previsto ofrecer mas reuniones de este tipo a escala regional, sobre los temas más útiles para ustedes.

El otro objetivo de la escuela en 2024 es establecer un plan de estudios básico para los líderes de la congregación, con recursos para la mayordomía, la formación de la sacristía, los guardianes y los tesoreros, materiales curados para la planificación de adoración, la preparación para la Confirmación, la educación cristiana y el estudio de la Biblia.

Un ejemplo de recurso seleccionado que hemos puesto a disposición para la Cuaresma es un plan de estudios basado en la adoración sobre la exploración de la fe titulado Wandering Heart: Exploring Faith with Peter [Corazón errante: Explorando la fe con Pedro].

Hasta ahora, once congregaciones se han apuntado a esta oferta piloto. Se trata del tipo de serie de sermones con recursos caseros que otras tradiciones cristianas utilizan con gran éxito.

Permítanme mencionar brevemente varias iniciativas defendidas por la Rvda. Amanda Akes-Cardwell, Misionera para la Formación en la Fe y el Desarrollo.

Bajo su dirección, estamos renovando nuestro compromiso con la pastoral universitaria. En lugar de contratar capellanes diocesanos a tiempo completo o parcial para servir a los campus en solitario, un modelo que no nos ha funcionado bien en los últimos años, ahora concederemos subvenciones a las congregaciones que se sientan llamadas a servir a sus vecinos universitarios. Busque más información sobre las subvenciones en las próximas semanas, o hable directamente con Amanda.

También bajo la dirección de Amanda, un Comité de Visión de la Pastoral Juvenil recientemente nombrado se encarga de poner en marcha ofertas para jóvenes en toda la diócesis que complementen la pastoral congregacional. En su dia fue un rasgo fuerte de la vida diocesana que hemos perdido y que oímos que es necesario. Tambien es imposible organizarlo sin la participación de los líderes de las congregaciones.

Para ello, Amanda está creando una comunidad de apoyo entre los líderes diocesanos de formación en la fe y de jóvenes. Cuando nuestros líderes se conocen y trabajan juntos, lo que antes era imposible ahora es algo que podemos hacer.

Lo último que mencionaré dentro de la prioridad central de inspirar es nuestro compromiso de profundizar las relaciones entre los adultos mas jóvenes de toda la diócesis. Alabado sea Dios, cada vez hay mas jóvenes adultos en nuestras congregaciones. Queremos que se conozcan, asi que estamos creando una red. Periódicamente, invitaremos a jóvenes adultos de todas las congregaciones a reunirse y explorar áreas de la fe. Uno de estos encuentros tendrá lugar en Cuaresma.

 

Asociarse por la equidad y la justicia para lograr un mayor impacto en nuestras comunidades

Nuestra tercera y última prioridad básica es asociarnos en favor de la equidad y la justicia para lograr un mayor impacto en nuestras comunidades.

En el trabajo por la justicia, es obvio que nuestro impacto es mayor cuando trabajamos juntos. Cada día trabajamos mejor juntos, gracias en gran medida a nuestros diez deanes regionales y a nuestro creciente número de diáconos. Ahora tenemos treinta diáconos activos en toda la diócesis, seis candidatos al diaconado que serán ordenados en octubre y seis postulantes al diaconado. El impacto de su ministerio es transformador.

Para que podamos expresar nuestra gratitud, pido a todos los diáconos y diáconos en formación presentes hoy aquí que se pongan en pie, para que podamos expresar nuestra gratitud, junto con su líder, el archidiácono Steve Seely.

Una necesidad identificada en el proceso de planificación estratégica fue la designación de un miembro del personal diocesano dedicado a nuestro ministerio de justicia. El Sr. Rudy Logan desempeña ahora esta función, amplificando el trabajo de quienes sienten pasión por la justicia en toda la diócesis. He aquí algunos de los frutos de nuestros esfuerzos colectivos.

Docenas de congregaciones participan en el ministerio de respuesta a los refugiados, trabajando para acoger y reasentar a quienes han sido arrancados de sus hogares en Afganistán, el Congo, América Central, Venezuela, Ucrania y otros lugares.

En toda la diócesis abundan las iniciativas para el cuidado de la creación, como la reducción de la huella de carbono, el compostaje y el reciclaje, y la plantación de árboles. St. Peter’s en Poolesville será la última en celebrar la instalación de paneles solares.

El Espíritu Santo sigue inspirándonos para abordar necesidades locales como la inseguridad alimentaria. Como ocurre en el sur del condado de Montgomery, una congregación toma la iniciativa e invita a otras a unirse.

En los últimos años, junto con nuestra planificación estratégica, surgió una importante iniciativa de equidad y justicia, gracias a un grupo de líderes clericales y laicos que tomaron la iniciativa de informarse sobre la historia del racismo contra los negros y la supremacía blanca en nuestra diócesis. El pasado mes de enero, esta Convención estableció un Comité sobre Reparaciones Diocesanas y encargó a sus miembros dos tareas distintas: animarnos a todos a profundizar en las historias raciales de nuestras congregaciones y de las comunidades que las rodean; y presentar recomendaciones específicas para las reparaciones en toda la diócesis en 2025. Hoy escucharemos el informe del Comité de Reparaciones Diocesanas y lo que podemos esperar para el próximo año.

Descanso: Hora de la septima entrada. Otra vez. Si te apetece, tomate un momento para compartir un pensamiento o sentimiento sobre lo que he hablado hasta ahora.

 

Respuesta a la crisis

No pusimos “responder a las crisis” en nuestro plan estratégico. Pero cada año se producen crisis en todos los ámbitos de la vida, y simplemente debemos responder. Baste decir que hemos superado varias crisis desde 2020, la más dramática la pandemia de covid.

Ha habido otras crisis, algunas conocidas sólo por los implicados, otras que afectan a grupos más amplios y otras que dominan la escena nacional y mundial.

Cada año, parece que una nueva crisis mundial reclama nuestra atención colectiva. Durante un tiempo, no pensamos en otra cosa. Hace dos años, fue la enorme afluencia de refugiados procedentes de Afganistán; el año pasado, fueron los autobuses que llegaban a diario desde nuestra frontera sur con inmigrantes de todo el mundo.

Este año es la guerra entre el Estado de Israel y Hamás. Aunque hay guerras y crisis humanitarias en otras partes del mundo igualmente dignas de nuestra preocupación, como nación estamos centrados ahora en Oriente Medio. Como cristianos, no podemos evitar sentirnos atraídos por la tierra donde Jesús vivió y murió. Hay más viajes de peregrinación a Tierra Santa desde nuestra diócesis que a cualquier otro lugar del mundo. Muchos de nosotros tenemos amigos íntimos tanto en Israel como en Palestina; apoyamos a la Diócesis Episcopal de Jerusalén. Esta guerra también resuena en nuestro país, con el aumento de incidentes de violencia antisemita y antipalestina, y protestas en nuestras calles y campus universitarios.

Nuestros debates sobre resoluciones pondrán a prueba nuestra capacidad para escuchar distintos puntos de vista sobre la guerra de Israel. También abordaremos una resolución sobre el trato a los inmigrantes que llegan a nuestras comunidades, otro asunto sobre el que discrepan las personas de buena voluntad.

Recuerde que se trata de cuestiones del corazón. Ninguno de nosotros tiene un conocimiento perfecto; estamos informados por nuestras visiones del mundo y fuentes de información, que pueden variar mucho. Confío en que todos se respeten mutuamente y hablen con el corazón. Cuando llegue el momento, voten en conciencia.

Por último, permítanme hablarles de finanzas. Después del almuerzo presentaremos el presupuesto diocesano para 2024. La mayor parte de ese presupuesto se dedica al cuidado continuo de las congregaciones y sus líderes. Los que formamos parte del personal diocesano pasamos nuestros días atendiendo asuntos de discernimiento vocacional para aquellos que exploran una llamada al ministerio ordenado; la formación, equipamiento, colocación y cuidado pastoral del clero; el apoyo a los líderes laicos en tiempos de transición del clero; y la atención a las congregaciones y el apoyo en situaciones de crisis. Proporcionamos asistencia financiera, administrativa y de relaciones humanas, así como una comunicación oportuna y clara. El presupuesto apoya el liderazgo de su obispa y su equipo. Como diócesis, pagamos nuestra cuota del 15% a la Iglesia Episcopal en general y apoyamos económicamente a la Provincia a la que pertenecemos.

En 2020, sabíamos que la aplicación del plan estratégico requeriría recursos adicionales, y tuvimos la bendición de recibirlos en forma de una subvención de la Fundación Lilly, y un legado destinado específicamente a la educación. Como ya he mencionado, la financiación inicial de la plantación de la iglesia de Bowie proviene de los fondos reservados para ese fin.

En 2020, también estábamos en el camino de reducir nuestro uso del mayor fondo fiduciario que apoya el presupuesto operativo diocesano, el Fondo Soper, a medida que más de nuestras congregaciones avanzaban hacia un diezmo del 10%. Esto, a su vez, nos permitió crear un programa de Subvenciones para el Crecimiento Congregacional a partir de los ingresos del Soper. Con el avance de las congregaciones hacia el diezmo, anticipamos la plena financiación de nuestras prioridades estratégicas.

Cuando la pandemia de Covid amenazó la estabilidad financiera de nuestras congregaciones, destinamos todos los recursos diocesanos que pudimos a la ayuda del Covid a las congregaciones, y ya no pedimos a las congregaciones que siguieran dando el diezmo. Muchas de hecho, han reducido sus ofrendas diocesanas o se han mantenido en un porcentaje más bajo de ofrendas. Aunque algunas están experimentando un repunte de su salud financiera y han vuelto al diezmo del 10% o se están acercando a él, todavía son minoría. El descenso de las donaciones de las congregaciones ha obligado a recortar algunos gastos, incluidas, por ahora, las subvenciones para el crecimiento congregacional que pudieron fortalecer a las congregaciones durante los duros años de la pandemia. Cuando lleguemos al final de la financiación externa, tendremos que tomar decisiones.

El Consejo Diocesano votó este otoño para establecer un grupo de trabajo para tener una conversación valiente sobre el dinero y el tipo de ministerio diocesano que mejor le servirá en el futuro. Sobre esto nos hablará próximamente la Rvda. Jessica Hitchcock, miembro del Consejo Diocesano. No hay nada que hacer hoy; pronto aceptaremos solicitudes para formar parte de ese comité.

 

Conclusión

Permítanme concluir como empecé, con palabras de gratitud por el honor de servir como su obispa. Con toda la autoridad persuasiva que tengo, los insto a que cuiden sus corazones y su relación con Jesús, e inviten a otros a unirse a ustedes. Como Evelyn Underhill le recordó una vez al arzobispo de Canterbury, nuestra relación con Dios es lo más interesante de nosotros. La forma en que vivimos como seguidores de Jesús está en el corazón de todo, y lo que quedará de nuestro legado mucho después de que los que estamos aquí reunidos seamos uno.

Si hay algo que sé acerca de la Diócesis de Washington es que tenemos un gran impacto para el bien en este mundo. Por esa razón, estoy convencida de que el crecimiento en la capacidad para el ministerio es el futuro preferido de Dios para la Iglesia Episcopal, no por el bien de los presupuestos y los edificios, sino por las vidas que el amor de Jesús puede tocar cuando le damos al Espíritu más para trabajar a través de nosotros. También soy consciente de que, en la vida y en el ministerio, debemos enfrentarnos al sufrimiento y a la muerte, y depositar nuestra confianza en la promesa de resurrección de Jesús. Ese es el discipulado más valiente de todos.

Estoy agradecida por renovar mi compromiso de seguir a Jesús junto a ustedes. Oro para que esten inspirado a hacer lo mismo. Podemos ayudarnos unos a otros escuchando las palabras de Jesús para orar siempre y no perder el corazón. Siempre que tu volante se sienta demasiado pesado, recuerda que no estás solo. Estamos en la obra del corazón de seguir a Jesús juntos. Y que tu obispa te ama más de lo que sus palabras pueden transmitir.

1Scott Belsky, The Messy Middle
Vea el discurso de la obispa en la convención
Descargue el PDF con enlaces a los recursos que la obispa Mariann mencionó en su discurso.

Sermón de la Convención 2024

Sermón de la Convención 2024

El Señor se dirigió a mí, y me dijo: «Antes de darte la vida, ya te había yo escogido;
antes de que nacieras, ya te había yo apartado; te había destinado a ser profeta de las naciones.» Yo contesté: «¡Ay, Señor! ¡Yo soy muy joven y no sé hablar!» Pero el Señor me dijo:«No digas que eres muy joven. Tú irás a donde yo te mande, y dirás lo que yo te ordene. No tengas miedo de nadie, pues yo estaré contigo para protegerte.
Yo, el Señor, doy mi palabra.» Entonces el Señor extendió la mano, me tocó los labios y me dijo: «Yo pongo mis palabras en tus labios. Hoy te doy plena autoridad sobre reinos y naciones, para arrancar y derribar, para destruir y demoler, y también para construir
Jeremías 1:4-10

Oigan esto, pueblos todos; escuchen, habitantes todos del mundo, así los plebeyos como los nobles, el rico y el pobre juntamente. Mi boca hablará sabiduría, y el pensamiento de mi corazón, inteligencia. Inclinaré mi oído al proverbio; manifestaré mi secreto al son del arpa. ¿Por qué he de temer en los días de adversidad, cuando la iniquidad de mis insidiadores me cercare, La iniquidad de los que confían en sus bienes, y se jactan de sus muchas riquezas? Nadie puede redimirse a sí mismo, ni pagar a Dios su propio rescate; Porque el precio de nuestra redención es tan grande, que nunca tendríamos suficiente para pagarlo, A fin de vivir para siempre, y nunca ver la sepultura.
Salmo 49:1-8

Antes de que todo esto ocurra, os detendrán y os perseguirán; os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre. Esto os dará ocasión de dar testimonio. Así que no preparéis de antemano vuestra defensa; porque yo os daré palabras y una sabiduría que ninguno de vuestros adversarios podrá resistir ni contradecir.”
Lucas 21:12-15

Introducción

Me pregunto si puedo robarles unos minutos de su tiempo para hacerle un par de preguntas.

No son preguntas.

Las preguntas tienden a tener respuestas correctas o incorrectas: son revelaciones.

Están diseñados para llevarte por donde tú pienses o sientas.

Las 2 preguntas que me gustaría hacerles son:

    1. Cuéntanos sobre alguna ocasión en la que alguien te haya escuchado, comprendido y cuidado de verdad en medio de una crisis.
    2. Me pregunto si alguna vez has vivido una conversación que tuvo un significado más que la suma de sus partes.

Si pudierais encontrar un vecino y escucharse mutuamente.

Preguntándose juntos.

Quizá alguien con quien no hayas venido o alguien nuevo.

No es necesario comentar lo que pueda decir el otro.

Simplemente dé las gracias después de haberse escuchado mutuamente.

Vamos a dedicar 5 minutos a esto y luego compartiré algunas reflexiones.

Por favor, empiecen.

Sermón

Gracias.

Permítanme hablar en el nombre del Dios vivo, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

El pasado mes de mayo me senté en una habitación con 12 desconocidos.

La más joven tenía 22 años, era una estudiante de Hong Kong que se había encontrado en una ciudad nueva y, según ella misma admitió, se sentía algo aislada y sola.

El mayor tenía 83 años y acababa de enviudar. Intentaba reencontrarse con su fe, que creía haber perdido hacía décadas.

Llevábamos 6 semanas en el curso de 10 semanas Being With.
Ya habíamos tratado temas como el sentido, Jesús, la Iglesia y la Biblia.
El tema de esa semana en concreto era la Misión.

Cada semana nos habíamos recibido de la misma manera. Con una simple apertura preguntándonos sobre el corazón de nuestras semanas había sido…
No necesariamente lo más destacado, sino el corazón.

Habíamos adquirido pequeños pero significativos conocimientos sobre la vida del otro,
Con historias de empleo, tanto las alegrías como las luchas,
Con historias de desempleo y la dificultad de encontrar un propósito y un trabajo práctico,
Personas con enfermedades de larga duración
Y los que seguían preguntándose por qué estaban allí.

Tras la bienvenida, pasamos juntos la mayor parte de la sesión preguntándonos cosas,
impulsado por 4 preguntas temáticas semanales.

No hacemos preguntas con respuestas correctas o incorrectas, sino que nos preguntamos juntos
reconocer que lo que sentimos es tan importante como lo que pensamos.

Las preguntas nos habían llevado profundamente a la vida del otro,
con pura vulnerabilidad y claridad de honestidad.
Juntos seremos testigos en estas maravillas de la obra del Espíritu en nuestras vidas desde el primer día – en y a través de la verdad, la belleza y la bondad.

No tratando de arreglarnos unos a otros, sino simple y profundamente deleitándonos en nuestra atenta presencia unos con otros.

Después de la bienvenida y las preguntas se lee una historia escrita por el Rvdo. Dr. Sam Wells, nuestras preguntas se entretejen a través de esta historia y se convierten en los ejemplos mismos de las verdades teológicas.
Este es el espacio en el que nuestras pequeñas historias se envuelven en la historia más grande.

Esta semana en particular
uno de los invitados, Joe, me imagino que de unos 30 años, un joven profesional,
en el tiempo de reflexión posterior a la historia.
Empezó a sonreír, y dijo;

Lo entiendo, has estado aquí conmigo mientras he compartido y me he preguntado sobre las cosas más profundas,
cosas en las que no había pensado antes,
cosas que ni siquiera he compartido con mi pareja,
las cosas que he considerado que son mis defectos,
y las cosas que he considerado que son mis éxitos y todo lo demás.
y tú has estado conmigo.

Se me había caído la baba.
Has estado conmigo
Conmigo, como Dios está conmigo.

La niebla se disipó.
El método era el mensaje.

Lo ha entendido.
Lo consiguió.

Dios está con él, como nosotros estamos con él
Y que Dios desea estar con él y con nosotros.

Es un privilegio estar con ustedes en este momento tan especial del año: la epifanía.

especialmente como visitante del este.

Donde recordamos y vivimos la verdad de que Dios está con nosotros.
Esa palabra se ha hecho carne.

Dios está realmente con nosotros, pero como Joe nos recuerda – en su epifanía
no sólo en nuestros éxitos,
O en los momentos en que sentimos que estamos ganando
Pero profundamente, en los momentos en que sentimos que perdemos.
Cuando nos sentimos pobres
Cuando nos sentimos débiles o con carencias
Como las escrituras nos recuerdan hoy de una manera tan hermosa para Jeremías…

La verdad es que no sé hablar, pues sólo soy un niño.
porque iréis a todos aquellos a quienes yo os envíe,
y dirás lo que yo te mande,
No les tengas miedo, porque yo estoy contigo para librarte,

Lo que sucedió en ese momento, mientras Joe seguía compartiendo sus maravillas, fue que no sólo estaba relatando acontecimientos pasados que había vivido, sino que también estaba construyendo un futuro expresivo.

Estaba compartiendo y construyendo una historia de fe para sí mismo, sus propias palabras se estaban haciendo carne ante nuestros ojos, lo que moldeó profundamente lo que piensa y siente sobre Dios de cara al futuro.

Estaba recordando aquellos acontecimientos pasados
pero también fue
Re-cordándose a sí mismo, reconstruyendo su fe.
Hay un segundo acontecimiento igualmente poderoso que se produce a través de la epifanía de Joe.
Mientras sus inspiradas palabras cobraban vida.
Los oyentes también construyen indirectamente una nueva narrativa para sí mismos.
construir su propia fe.

Lo sé porque no es un acontecimiento ahí fuera.
Es un acontecimiento muy presente.

Las palabras de Joe construyeron mi fe
Las palabras se encontraron con mi dudosa, minúscula y cansada fe.
Sus palabras me ayudaron a edificar mi fe, recordándome la acción del Espíritu en mi vida.
No habíamos provocado la irrupción de Dios,
pero hemos llamado la atención sobre la irrupción de Dios.
La conversación fue más que la suma de sus partes.

Entonces el Señor extendió su mano y me tocó la boca; y el Señor me dijo,
“Ahora he puesto mis palabras en tu boca.
Mira, hoy te nombro sobre naciones y sobre reinos,
arrancar y derribar,
destruir y derrocar,
construir y plantar”.

Está claro que las palabras son importantes, Jeremías y Joe nos enseñan que…
Pero quizá el espacio entre las palabras, el silencio, sea igualmente importante.
Si Dios es la inspiración de las palabras
entonces Dios es el inspirador de las brechas entre ellos.

Esto es ciertamente cierto en un curso de Being With.

Algunos de los comentarios más comunes sobre la experiencia de la gente en un curso se refieren al silencio.
El espacio que se da a las personas cuando se preguntan juntas.
Que es seguro y rico – incluso de la persona más extrovertida.
El silencio está vigilado, protegido por los anfitriones que piden a los participantes que se abstengan de hacer comentarios sobre la acogida o el asombro de los demás, absteniéndose de palabras, ya que el anfitrión se limita a decir “gracias” después de cada intervención.

Esto exige un acto de fe por parte de todos nosotros.
En la que creemos que la gente aportará sus historias de verdad, belleza y bondad,
De donde el Espíritu ha estado trabajando desde el primer día.

No nos vemos como problemas que hay que resolver.
pero el misterio es para deleitarse.

Con esta actitud de tenerse unos a otros como dones
No como recipientes vacíos que hay que llenar, sino como dones con los que hay que deleitarse.
En palabras y silencio honrándonos unos a otros
Buscando ver el espíritu en acción.
En la mirada amorosa entre nuestras palabras.
Cada persona llena de dones, promesas y posibilidades
Cada uno lleva poderosamente la imagen de Dios
Honrar a Dios unos en otros es un acto fiel y sagrado
Estamos llamados a estar atentos a ello.
Tanto de palabra como en silencio.
Buscar y encontrar el espíritu que actúa en nuestras vidas y en las de aquellos a quienes servimos.
Es un privilegio y un placer.

6 meses después, en octubre del año pasado.
Me tropiezo con uno del grupo que he mencionado antes, en la escalinata de San Martín,
me dijo que 6 de los 12 han decidido asistir juntos con regularidad a San Martín.
Y todos ellos siguen reuniéndose todas las semanas.

Seguir explorando el corazón de su semana,
Preguntarse juntos
Reflexionar juntos.
Estar con los demás

Seguir siendo vulnerable.
Continuar explorando dónde ven actuar al Espíritu en lo ordinario de sus vidas.
Seguir estando unos con otros y, por tanto, estar con Dios.

No sé si todos ellos tuvieron una experiencia de Dios o encontraron o refundaron la fe (aunque sé que algunos sí),
pero puedo decir que todos conectamos y estuvimos con los demás de una manera nueva y profunda.

Juntos hemos aprendido la profunda verdad de que compartir la Buena Nueva es compartir tanto nuestra pobreza como nuestra riqueza.
y a veces es con palabras y a veces sin ellas
y al recordar construimos la fe
RE-cordamos
construimos imaginación una imaginación llena de esperanza
construido sobre ejemplos muy concretos de Dios trabajando y estando con nosotros.
Pero esto no es sólo para esos individuos tal vez esto es para todo el cuerpo de Cristo,
reincorporarse
A RE- miembro
mirar lo que tiene los dones que encontramos allí y darnos cuenta de la epifanía que hay en lo ordinario que Dios convierte en extraordinario.
Amén.

James Faucett
Principal de Being With
St. Martin-in-the-Fields, Londres, Inglaterra

Orando por el Efecto del Volante

Orando por el Efecto del Volante

En esta reflexión final sobre el Discipulado Valiente, he aquí un extracto de mi discurso ante la Convención Diocesana del 27 de enero.

2023 es mi decimotercer año como su obispa y el quinto año de nuestro plan estratégico. Estamos en el tramo final de dos años de un viaje que comenzamos en 2020, invirtiendo intencionalmente recursos diocesanos en áreas de enfoque mutuamente discernidas.

Como ya sabrán por experiencia propia, cualquier proyecto a largo plazo basado en una visión pasa por etapas. Comienza con el entusiasmo inicial de la claridad de la cima de la montaña; luego vuele a bajar a los valles de la realidad. Lo que sigue es una etapa intermedia marcada por contratiempos y complicaciones imprevistas. En ese “desordenado medio”, tu comprensión de lo que es posible cambia. Puede ser una momento desalentadora y agotadora, porque estás trabajando duro con poco que mostrar por tus esfuerzos. Puede que incluso quieras abandonarlo. Pero si por gracia y con perseverancia sigues adelante, puede surgir una nueva energía, a medida que los esfuerzos constantes cobran impulso. Estás trabajando tan duro como antes, pero ahora, por fin, ves el fruto de tu trabajo.

El autor Jim Collins llama a este cambio de energía e impulso “el efecto del volante”, tomando prestada la imagen de un disco de metal muy pesado que gira sobre un eje, una rotación cada vez. Al principio, se necesita todo el esfuerzo para girar el volante una vez, y la segunda vez es igual de difícil, y la tercera. Pero a medida que sigues empujando, el peso que antes te frenaba empieza a trabajar a tu favor. Lo asombroso es que no hay un momento o una cosa que hayas hecho que por sí sola pueda explicar el cambio: el avance se produce por el resultado acumulativo de innumerables pequeños pasos.

En las Escrituras, este mismo proceso se describe como el fruto de la fidelidad, la virtud de la perseverancia. Es más, se produce una transformación espiritual en nuestro interior a medida que caminamos por fe hacia una visión que inicialmente no éramos capaces de realizar sólo con nuestros esfuerzos. Por la gracia de Dios, nos convertimos en personas capaces de hacer lo que antes era imposible. Se necesita algo mas que valor para seguir adelante; es un trabajo del corazon. El pasaje de la Escrituras que me viene a la mente mientras me preparo para la Convención es del Evangelio de Lucas. Es una simple frase introductoria a una parábola, para asegurarnos de que no nos perdemos su significado.

Entonces Jesús contó a sus discípulos una parábola sobre su necesidad de orar siempre y de no desanimarse.
Lucas 18:1

La historia que sigue es la de un juez sin escrúpulos agotado por una viuda persistente que no deja de acosarle para que haga justicia contra su enemigo. Me encanta que Jesús cuente una historia escandalosa como forma de animarnos a no desfallecer, a “guardar nuestros corazones”, como está escrito en el Libro de los Proverbios, “porque todo lo que hacemos fluye de ellos.”

Entonces empecé a explorar otros lugares de los Evangelios en los que Jesús habla directamente a nuestros corazones. En la liturgia de esta mañana hemos oído hablar a sus discípulos en la víspera de su arresto: “No se turbe su corazón. Ustedes creen en Dios; crean también en mí”. Había muchas cosas por las que preocuparse aquella noche, como las hay para nosotros hoy. Jesús no promete a los discípulos, ni a nosotros, escapar de los problemas. Lo que promete es que en Él hay un pozo más profundo del que sacar, una paz que sobrepasa todo entendimiento, un amor que es el antídoto contra la ansiedad y el miedo.

En otro lugar, Jesús advierte contra lo que llama “dureza de corazón”, una imagen que se encuentra en toda la Escritura para describir lo que ocurre cuando nos encerramos en nosotros mismos. La dureza de corazón es una respuesta de supervivencia, una forma de protegernos del dolor de un corazón roto. Aquí Jesús parece estar diciendo que nuestros corazones se romperán en esta vida, que necesitan romperse de vez en cuando, o corremos el riesgo de convertirnos en piedra. Al ver el dolor que tantos deben soportar, el corazón de Jesús también se rompe. En nuestros corazones rotos, unidos a él, está la esperanza de este mundo.

El tema de nuestra Convención es el Discipulado Valiente, un reconocimiento de que estos días exigen valentía en casi todas las esferas de la vida, y lo que tenemos en común es nuestro compromiso de seguir a Jesús. Ser un discípulo valiente es seguir a Jesús de todo corazón, con el objetivo de parecerse más a Él: amar como Él ama, perdonar como Él perdona, ser misericordioso como Él es misericordioso, y unirse a Él para cuidar de los demás y sanar nuestro mundo.

Es sorprendente la confianza que Jesús deposita en sus discípulos para llevar a cabo su ministerio. De la lectura de los evangelios sabemos que los primeros discípulos no estaban precisamente preparados para la tarea y, francamente, tampoco lo estamos nosotros cuando confiamos únicamente en nosotros mismos. El Hermano Curtis Almquist, de la Sociedad de San Juan Evangelista, nos recuerda que Jesús nos llama a ser sus discípulos no porque seamos extraordinarios. Lo extraordinario es la gracia de Dios, que se perfecciona en nuestra debilidad.

Como diócesis, estamos girando los volantes hacia lo que creemos que es el futuro preferido de Dios de vitalidad y mayor capacidad para el ministerio. Tenemos motivos para tener la esperanza de que en los próximos dos años veremos cómo cambia el impulso y experimentemos el fruto de los fieles esfuerzos. Mientras tanto, confiamos nuestros corazones a Jesús.

Si hay algo que sé acerca de la Diócesis de Washington es que tenemos un gran impacto para el bien en este mundo. Por esa razón, estoy convencida de que el crecimiento en la capacidad para el ministerio es el futuro preferido de Dios para la Iglesia Episcopal, no por el bien de los presupuestos y edificios, sino por las vidas que el amor de Jesús puede tocar a medida que le damos al Espíritu más para trabajar a través de nosotros.

Por eso estoy agradecida de renovar mi compromiso con una vida de discipulado valiente junto a ustedes. Oro para que ustedes se sientan inspirados a hacer lo mismo. Si tu volante se siente demasiado pesado, recuerda que no estás solo. Estamos juntos en este trabajo del corazón.

Dar el siguiente paso fiel: Informe a la Convención Diocesana 2023

Dar el siguiente paso fiel: Informe a la Convención Diocesana 2023

Hola Bienvenidos a Dando el Siguiente Paso Fiel, Parte 2.

2023 marca el comienzo de mi duodécimo año como su obispa. Es el cuarto año de implementación de un plan estratégico que pusimos en marcha la última vez que nos reunimos en esta Catedral para la Convención, apenas dos meses antes de que la pandemia del COVID lo cambiara todo. Aunque no podíamos prever el contexto en el que nos encontramos de repente, las prioridades que establecimos y las disciplinas que adoptamos entonces nos ayudaron a forjar un camino. Otros acontecimientos desestabilizadores han tenido lugar en nuestra nación y en el mundo desde nuestra última Convención presencial, todo ello en un contexto de polarización política y crisis climática mundial. Ha sido una época.

Pero, amigos de la Diócesis de Washington, seguimos aquí.

Cada uno de ustedes tiene una historia que contar sobre cómo ha sido su vida. Cada congregación y ministerio aquí representado tiene una historia que contar sobre lo que han vivido y lo que han aprendido. Ustedes siguen aquí. Y yo también.

Estamos entre los que han superado estas grandes pruebas, por la gracia de Dios y por el hecho de vivir aquí, a diferencia de otras partes del mundo más asoladas.

Seguimos aquí, y nuestras vidas son un regalo de Dios para nosotros y un regalo nuestro regalo para los demás. Cada uno de nosotros tiene una vocación única para vivir lo mejor que podemos. A pesar de nuestros pecados, y gracias a nuestros dones, estamos entre aquellos a través de los cuales Dios puede obrar para hacer realidad aquello por lo que Jesús nos enseñó a rezar: “la venida del reino de Dios aquí en la tierra”, lo que el Dr. King llamó “la Comunidad Amada”. Nosotros, que hemos oído a Jesús llamarnos por nuestro nombre, estamos entre aquellos a quienes Él pide que encarnen su amor.

En estos tres últimos años, he visto con asombro cómo han perseverado, se han adaptado y han hecho lo que era difícil. Claro que están cansados. Pero han salido adelante, con valentía y generosidad. Se han apoyado mutuamente en el dolor. Han recuperado ocasiones para la alegría. Se han negado a que el cansancio les impida amar al prójimo, cuidar la tierra, trabajar por la justicia y aparecer para mejorar la vida de otra persona.

¿Te girarías hacia la persona que está a tu lado y le dirías: “Gracias por estar aquí”?

La Iglesia Episcopal sigue aquí. Y Dios aún no ha terminado con nosotros.

Utilizando el tema de nuestra Convención de dar el siguiente paso fiel, abordaré las tres áreas del ministerio diocesano que identificamos en 2020 como nuestras prioridades centrales:

Revitalizar nuestras congregaciones para hacer crecer el Movimiento de Jesús.
Inspirar a nuestra gente para que crezca en la fe.
Colaboración en ministerios de equidad y justicia para lograr un mayor impacto en nuestras comunidades.

En cada área, describiré los pasos fieles que daremos el año que viene.
Permítanme empezar por lo que en un principio nombramos como la segunda prioridad, pues se ha convertido en la primera:

Inspirar a nuestra gente para que crezca en la fe

Sólo podemos inspirar a otros a hacer lo que hacemos nosotros mismos, así que hagamos un momento de inventario personal. ¿Cómo ha crecido tu fe en el último año o en los últimos años?
Específicamente:

    • ¿Cómo ha estado Dios presente para ti en las pruebas y bendiciones de tu vida?
    • ¿Qué te ha dicho Jesús a través de las palabras de un amigo o de un desconocido, en tu oración privada o en el sermón que creías que te predicaban sólo a ti?
    • ¿Qué sentiste cuando te sentiste desbordado y el Espíritu te salió al encuentro y te ayudó a salir adelante?

Estoy convencida de que atender a nuestras vidas en Cristo, personal y colectivamente, es lo más importante en lo que debemos centrarnos ahora. Todos hemos tenido que gastar enormes energías en sostener la institución, y seguimos haciéndolo. Todos ustedes están trabajando muy duro para que las cosas sigan funcionando, en lo que podríamos llamar las tareas fuera de la iglesia. No me cabe duda de que Dios les está agradecido por estos esfuerzos, y también se preocupa por ustedes.

Hablaré del sostenimiento institucional dentro de un momento, porque debo hacerlo. Pero la realidad es que atender a nuestra vida espiritual es a menudo lo primero que se sacrifica cuando aumenta la carga de trabajo, junto con el cuidado de uno mismo. A veces eso no se puede evitar, cuando nos enfrentamos a una crisis o cuando somos responsables del cuidado de otra persona. Pero también podemos acostumbrarnos a formas de vida que no son vivificantes. Yo sé que me ha pasado a mí. Por eso me preocupa tanto quedarme en esa realidad, porque es muy fácil perder de vista lo que necesitamos para permanecer arraigados en Cristo y sacar nuestra fuerza de Él. Y porque no podemos guiar a otros por un camino que nosotros mismos no estamos recorriendo.

Afortunadamente, no todo depende de nosotros. Jesús se acerca a nosotros todo el tiempo, le invoquemos o no. La vida cristiana, como saben, es una vida de respuesta. Personalmente, esto significa tomarse el tiempo para escuchar Su voz. Colectivamente, significa crear espacios hospitalarios para que la gente comparta sus vidas y explore las preguntas más profundas de la fe; significa enseñar prácticas de oración y otras formas de recibir Su presencia viva como Aquel que cura y perdona.

Tarjetas de El Camino del Discipulado

En mis visitas dominicales a las parroquias, suelo llevar conmigo un set de tarjetas de El Camino del Discipulado.

Las utilizo para suscitar conversaciones espirituales con los miembros de la junta parroquial y en los foros. Suelo dar a cada uno tres tarjetas y les pido que elijan una cuya pregunta estén dispuestos a responder.

He aquí algunos ejemplos:

    • ¿Cómo influye en tu forma de relacionarte con los demás el hecho de saber que estás hecho a imagen de Dios?
    • Comparte una experiencia en la que tu fe te haya sostenido en un momento difícil.
    • ¿Cuándo le gusta rezar y por qué?

La gente se sorprende a sí misma de cómo responde. Los líderes laicos me cuentan después lo refrescante que fue hablar de la fe en la iglesia, y lo mucho que aprendieron sobre las personas con las que han estado trabajando durante años.

Así que hablemos entre nosotros ahora mismo. En la pantalla hay tres ejemplos de preguntas de las tarjetas de El Camino del Discipulado para adultos. Si lo desea, elija una para conversar con dos o tres personas sentadas a su lado. (Si prefieres no hacerlo, no pasa nada, pero puedes quedarte y escuchar a los demás).

    • ¿Cómo describirías tu jornada de fe? ¿Cómo describirías tu jornada de fe?
    • ¿Cuál es el mensaje común que Cristo quiere que llevemos al mundo? Comparte un momento en el que te hayas sentido fiel a ese llamado. ¿Cuál es el mensaje que Cristo quiere que le llevemos al mundo?
    • Comparte un momento en el que alguien hizo o dijo algo que te ayudó más de lo que jamás pensaste. ¿Comparte un momento en el que alguien hizo o dijo algo que te ayudó más de lo que jamás pensaste.

Tenemos muestras de estas tarjetas en una de las mesas del fondo, e información sobre cómo pedir más. Son una de las muchas sugerencias sencillas que nos ayudan a profundizar en nuestra relación con los demás.

Sea como sea, les animo a que cuiden su fe y fomenten tantas formas como sea posible para que su gente crezca en la fe. Las congregaciones que hacen esto bien tienden a crecer, porque están cultivando un centro espiritual vital del que fluye todo el ministerio.

Como diócesis, seguiremos facilitando recursos a través de la Escuela para la Fe Cristiana y el Liderazgo, uno de los resultados más fructíferos de nuestro plan estratégico. Los miembros del personal diocesano están continuamente buscando nuevos recursos, y con profesores dotados en toda la diócesis, están creando más oportunidades.

La oficina del Obispo Presidente también está invirtiendo en recursos gratuitos para estas conversaciones sagradas.

He aquí un ejemplo: Vídeo de introducción a Centrados

Quizá te has fijado en una de las nuestras, Mildred Reyes. Centrados está disponible en inglés, español y francés.

Dentro de un momento, sugeriré formas en que las congregaciones podrían inspirar a las personas a crecer juntas en la fe. Pero para concluir esta sección, y para subrayar la importancia de crecer en la fe, a partir de 2023 estableceré un requisito para los que se presenten ante mí o ante cualquier obispo de esta diócesis para los sacramentos de Confirmación, Recepción y Renovación de las Promesas Bautismales. A los que preparan a las personas para estos sacramentos, les pido que se aseguren de que son capaces de contar, con sus propias palabras, la historia de Jesús.

Me gustaría que los que afirman su compromiso con Cristo conocieran su historia tal y como la cuentan las Escrituras, empezando por su nacimiento; algunos aspectos destacados de su ministerio de enseñanza y sanación; una comprensión de por qué fue controversial entre los líderes religiosos y políticos de su época y qué le llevó a la crucifixión; y, por último, lo que ocurrió el día de la Resurrección y cuando se apareció a sus discípulos. Saber cosas sobre Jesús no es lo mismo que tener una relación con el Cristo vivo, pero no podemos seguir a Jesús si no conocemos su vida y sus enseñanzas.

La razón por la que he decidido hacer esta petición es que me he dado cuenta de que pocos de los nuestros pueden contar la historia de Jesús con confianza. Ten la seguridad de que no va a haber una prueba que la gente tenga que pasar, y no le estoy pidiendo que rehaga totalmente su proceso de preparación. Pero todos los que siguen a Jesús merecen tener Su historia dentro de ellos de tal manera que puedan ver sus vidas a través de la Suya.

Dado que los antecedentes de fe y la exposición a las Escrituras varían, este aprendizaje será diferente para cada persona. Puede haber resistencia, dada la reticencia de nuestra gente a leer la Biblia y lo mal que se caricaturiza a Jesús en la cultura, razón de más para que le conozcamos bien. Trabajaremos juntos, compartiendo recursos y formas de ayudar a que la historia de Jesús cobre vida. Agradezco sus sugerencias, y he pedido a la Rev. Amanda Akes-Cardwell, Misionera para la Formación de la Fe y el Desarrollo, que sirva como recopiladora de recursos y fuente de aliento en este esfuerzo.

Quiero que nuestra gente tenga confianza en su fe, y que los demás sepan que en la Diócesis de Washington estamos comprometidos a crecer en la fe e inspirar a otros a hacer lo mismo.

Paso ahora a la revitalización.

Revitalizar nuestras congregaciones para hacer crecer el Movimiento de Jesús.

Si podemos decir que vivimos en un mundo post-pandémico es algo que deberán determinar los funcionarios de salud pública. Pero ahora podemos empezar a evaluar seriamente el impacto de los últimos tres años en nuestras congregaciones.

No todos estamos en el mismo lugar. Siempre ha habido un amplio espectro de vida congregacional y desigualdades reales entre nosotros. En términos generales, las tendencias de vitalidad o declive que experimentaban nuestras congregaciones antes de la pandemia se han acelerado. Hay algunas excepciones, pero no muchas.

Algunas congregaciones de la EDOW, según cuentan ustedes mismos, se sienten esperanzadas. Para ustedes, la vida prepandémica está volviendo, y la energía es alta, lo que es maravilloso de ver. Sin embargo, ha habido cambios. Las muertes y la una resignación han pasado factura. Los nuevos en sus comunidades no están tan dispuestos a asumir el trabajo de la iglesia como otros lo habían hecho en el pasado. Así, el trabajo de sostenimiento descansa sobre menos hombros. Siempre ha sido así, pero la tendencia se ha acelerado. Es un momento emocionante, pero la fatiga del clero y de los líderes laicos es real.

El siguiente paso fiel para las congregaciones más robustas de la EDOW puede ser el de la poda, desprendiéndose de cosas que antes daban vida pero que ahora ya no tanto, para poder invertir más en iniciativas a las que su gente está respondiendo.

La mayoría de las congregaciones de la EDOW lo están haciendo bien, pero no están viendo un retorno a los niveles de compromiso anteriores a la pandemia, sobre todo en la asistencia al culto, el apoyo financiero y otros indicadores de vitalidad. Afortunadamente, durante la pandemia aprendimos a ofrecer el culto y otras reuniones a través de la tecnología, lo que supone una enorme bendición para quienes, de otro modo, habrían perdido su conexión con las congregaciones que aman. Pero también significa que el trabajo de mantener sus congregaciones recae aún más sobre ustedes, y que su futuro depende de crear el tipo de comunidad espiritual que otros, que aún no forman parte de ustedes, encontrarían atractiva.

En la diócesis, seguiremos invirtiendo la mayor parte de nuestros recursos en los esfuerzos de revitalización de las congregaciones. Pero estos recursos no son tan útiles cuando la limitada capacidad de liderazgo va en contra de su capacidad para hacer las cosas necesarias para la renovación. Aquellos de ustedes que están demasiado comprometidos nos dicen que necesitan un descanso, y lo necesitan. Pero como observa Carey Nieuhof, “la cura para un ritmo insostenible no es más tiempo libre o una semana en la playa. La cura para un ritmo insostenible es crear un ritmo sostenible”.

Estas realidades son mayores de lo que muchas congregaciones negras pueden abordar con éxito por sí solas. Los líderes de algunas de nuestras iglesias negras nos lo dijeron en la Convención del año pasado, cuando pidieron la creación de un Grupo de Trabajo sobre Ministerios Negros, formado por miembros de congregaciones negras, para abordar colectivamente su situación y explorar formas de prosperar. También querían que el resto de nosotros reconociéramos la realidad del racismo en esta diócesis y su impacto.

El grupo de trabajo trabajó bajo la dirección de su presidente, el Rev. Ricardo Sheppard y la Canóniga Anne-Marie Jeffery. Encontrarán su informe final en el folleto de la Convención, a partir de la página 51, que fue aceptado por el Consejo Diocesano en octubre. En diciembre, el Consejo votó unánimemente para actuar sobre la primera recomendación del grupo de trabajo, que fue la creación de un Comité de Ministerios Negros encargado de dar los siguientes pasos de implementación. Estamos aceptando solicitudes para formar parte de dicho comité. Les ruego que se unan a mí para dar las gracias a los miembros del grupo de trabajo que están hoy aquí con nosotros.

Hace dos semanas, la canóniga Jeffrey y yo almorzamos con los seis rectores a tiempo completo que sirven a las congregaciones de la región del sur de Maryland. Para proporcionar un poco de contexto para el resto de ustedes, hay veinte congregaciones de la EDOW en el sur de Maryland, situadas en los condados de St. Mary’s y Charles y en la parte sur del condado de Prince Geroge. La mayoría son atendidas por clérigos a tiempo parcial. En la actualidad hay cinco congregaciones del sur de Maryland en transición de clero; dos de ellas llevan meses anunciando su puesto de clero sin recibir solicitudes.

El clero que se sienta alrededor de esa mesa sirve a las congregaciones más fuertes del sur de Maryland, y tienen mucho en común con la mayoría de las congregaciones de la EDOW en que pueden permitirse un sacerdote a tiempo completo y quizá uno o dos empleados a tiempo parcial. El clero tiene muchas responsabilidades, y por necesidad soporta una pesada carga de tareas eclesiásticas, junto con unos cuantos líderes laicos heroicamente dedicados, los cuales se cuentan entre los santos invisibles de esta diócesis.

Cuando pregunté a los clérigos qué era lo más duro de su trabajo, hablaron del aislamiento y de cómo les gustaría trabajar en equipo. Algunos tienen esa sensación de equipo con los diáconos del sur de Maryland, por lo que están agradecidos, pero aun así, la soledad es real. Hablaron del peso del mantenimiento de la iglesia, ya sea el cuidado de los edificios, la enorme lista de expectativas que se les imponen o que ellos mismos se imponen, el deseo de poder dedicarse más al ministerio real cuando sus días están consumidos por otras tareas.

Luego les pregunté qué era lo que más amaban de su ministerio, y sus ojos se iluminaron mientras hablaban. Lo que les sorprendió fue la variedad de amores que había en torno a la mesa: la enseñanza, la atención pastoral, el desarrollo del liderazgo, la planificación y la dirección del culto. Al escucharles, pensé: seguro que podemos encontrar la manera de crear algún tipo de enfoque de equipo aquí, que permita a los clérigos apoyarse en sus puntos fuertes y apoyarse mutuamente, en lugar de trabajar individualmente y ser responsables de todo.

Les pregunté: “¿Y si invitamos a sus juntas parroquiales a reunirse para escucharles hablar de cómo es su ministerio, y a considerar cómo podrían asociarse para que todos pudieran beneficiarse de sus puntos fuertes y abordar colectivamente las áreas débiles?”. Todos pensaron que sus líderes laicos estarían abiertos a una conversación exploratoria, que programaremos para más adelante esta primavera, y que incluirá a las juntas parroquiales interesadas y al clero de las congregaciones vecinas. No estoy hablando de fusiones, sino de asociarse a través de la fuerza propia para llegar a ser más fuertes.

La experiencia del clero del sur de Maryland no es única. Podríamos tener la misma conversación en todas las regiones, o con congregaciones de todas las regiones. Esto no es para todos, y muchos se resisten incluso a tener la conversación. El temor que más se expresa es la pérdida de identidad parroquial, lo cual comprendo. Sin embargo, si no hacemos algo para aliviar las cargas que imponemos a nuestros líderes laicos y clérigos, no podemos esperar un rendimiento tan fructífero de todos nuestros esfuerzos de revitalización, ni podemos hacer realidad nuestras visiones de justicia. La tendencia al declive continuará.

Para aquellos que estén interesados o intrigados, exploraremos cómo desarrollar la capacidad ministerial entre congregaciones. Podría dar lugar a esfuerzos conjuntos para crear reuniones de grupos pequeños en una región determinada, para reforzar la pastoral juvenil y de jóvenes adultos, o para abordar las cuestiones espirituales de quienes tienen la bendición de vivir más allá de los 60 años. Puede que descubra eficiencias en el uso y mantenimiento de los edificios o -la pesadilla de todo sacerdote en solitario- en la elaboración de boletines semanales.

Estas conversaciones están en consonancia con un objetivo de nuestro plan estratégico para desarrollar estrategias de mayordomía para que las congregaciones no se vean limitadas por las preocupaciones de mantenimiento. También es una expresión de la preocupación pastoral por ustedes, nuestros líderes, para que puedan vivir vidas saludables centradas en Cristo.

Dos notas finales sobre la revitalización. En primer lugar, y este es un tema difícil, necesitamos tener una conversación honesta sobre la deuda, con especial preocupación por aquellas congregaciones que soportan cargas de deuda más allá de sus activos o capacidad de pago, y aquellas para las que los gastos de mantenimiento diferido del edificio superan con creces la capacidad financiera de sus miembros. A veces es necesario endeudarse. La mayoría de las congregaciones que lo hacen, normalmente durante las campañas de capital, tienen los medios y un plan para cumplir con sus obligaciones. Pero hay algunas con deudas onerosas que arrastran desde hace décadas. La diócesis es cofirmante de cuatro de estos préstamos.

No existe una solución única, ni un fondo diocesano para pagar todos los préstamos y los millonarios costos de mantenimiento diferido que amenazan la viabilidad financiera de otras congregaciones. La dura realidad es que los años de pandemia han llevado a algunas de nuestras comunidades al borde de la viabilidad. El Canónigo del Ordinario Andrew Walter guiará nuestros esfuerzos para afrontar estas realidades y trabajar en pos de posibles soluciones. No serán conversaciones fáciles, pero ha llegado el momento de tenerlas.

En segundo lugar, como nota esperanzadora, Dios sigue suscitando entre nosotros a quienes anhelan crear algo nuevo. Muchos de ustedes están aquí hoy, y Dios ha puesto en sus corazones visiones de lo que podría suceder. Están deseosos de experimentar, de comprometerse con aquellos que sabem que amarían a la Iglesia Episcopal si les encontrásemos allí donde están.

El año pasado dimos los primeros pasos para cumplir nuestro objetivo estratégico de rejuvenecer: crear o reiniciar hasta tres congregaciones pensando en las nuevas generaciones. Líderes de seis congregaciones forman parte de nuestro primer grupo de crecimiento Joven, explorando y compartiendo formas de apoyar, animar y comprometer a las nuevas generaciones.

Y algunos de nosotros estamos estudiando cómo plantar iglesias y explorando cómo y dónde podemos empezar a invertir en personal y recursos hacia nuevas expresiones de la comunidad episcopal. Seguiremos dando pasos en 2023, centrando nuestras energías en dos lugares de mayor potencial, identificando líderes y creando equipos ministeriales.

Permítanme cerrar esta sección con unas palabras de nuestro Obispo Presidente en respuesta a los datos del Informe Parroquial 2021 de toda la Iglesia Episcopal:

Es importante recordar que la iglesia institucional tal como la conocemos no ha sido la forma que siempre ha adoptado el cristianismo. La esencia y el núcleo de la Iglesia no es su forma exterior, que siempre cambiará con el tiempo. La esencia y el núcleo son Jesucristo -su Espíritu, sus enseñanzas, su forma de vida, su manera de amar- y el movimiento que Él fundó no puede detenerse. Necesitamos que nuestros líderes eclesiásticos, tanto ordenados como laicos, abracen este momento de reinvención, y las personas que veo surgir nos llevarán a una era profundamente diferente.1

Veo que lo mismo se está haciendo evidente entre nosotros. Parte de nuestro trabajo ahora consiste en crear espacio y proporcionar recursos a quienes se sientan llamados a guiarnos en este momento de reinvención.

Vamos a hacer una nueva pausa y luego abordaré nuestra tercera y última prioridad estratégica diocesana:

Equidad y justicia

Colaborar en ministerios de equidad y justicia para lograr un mayor impacto en nuestras comunidades.

En el ámbito de la equidad y la justicia veo manifestaciones de amor sacrificado, valentía y cooperación en toda la diócesis, las cuales me dejan sin aliento. El trabajo es duro, pero también una fuente de energía y alegría.

La reverenda Meredith Heffner, de la iglesia de St. James, en Potomac, me dijo hace poco que, aunque algunos aspectos tradicionales de la vida de la congregación no han vuelto tras el cierre por la pandemia, hay gente nueva en la iglesia que está entusiasmada con los esfuerzos de St. James por abordar la injusticia racial, cuidar la tierra y promover la salud mental. Esos ministerios, dijo, están dando que hablar.

St. Thomas, en Washington, DC, es una congregación que, en palabras de su rectora, la reverenda Lisa Ahuja, “se está volcando en ser una bendición para su comunidad”. Están atendiendo las necesidades físicas y espirituales de los inmigrantes que llegan en autobús a Washington DC desde los estados fronterizos, muchos de los cuales son dejados a altas horas de la noche sin nada más que la ropa que llevan puesta. Otras congregaciones han participado en este tremendo esfuerzo colectivo.

St. Matthew/San Mateo, en Hyattsville, proporciona alojamiento temporal a inmigrantes venezolanos y recoge alimentos, ropa y enseres domésticos. Otras congregaciones hispanohablantes están colaborando.

Mientras tanto, nuestro esfuerzo por acoger a los refugiados de Afganistán continúa en toda la diócesis. Muchos de ustedes están ayudando a apadrinar a familias afganas, asegurándoles alojamiento, atención médica y empleo.

Otros se están ocupando de la creciente inseguridad alimentaria en toda la diócesis, abriendo sus iglesias como lugares de distribución y centros de descanso para personas sin hogar. Otros han adoptado escuelas públicas u hospitales cercanos, o están trabajando en colaboración con el Samaritan Ministry of Greater Washington, la Escuela Bishop Walker y otros. Destacaremos algunos de sus esfuerzos a lo largo del día, pero amigos, están por todas partes.

Una de las cosas que más me gusta de esta diócesis es cómo muchos de ustedes hacen lo que hay que hacer y establecn vínculos de colaboración entre ustedes. Ojalá pudiera citar todos los ejemplos que conozco, que son sin duda un pequeño porcentaje de lo que ustedes hacen.

Aquí hay un ejemplo: La Iglesia Atonement, en el sureste de Washington, distribuye productos frescos. El banco de alimentos entrega palés de productos frescos a la iglesia una vez al mes. Los miembros de Atonement embolsan los productos y personas de la comunidad vienen a recogerlos. Atonement prepara hasta 500 bolsas al mes. Y ahora Christ Church, Georgetown, se une a este esfuerzo.

Los diáconos diocesanos han desempeñado un papel decisivo en nuestros esfuerzos por lograr un mayor impacto. El ministerio de nuestros diáconos -ahora 40- nos ayuda a aparecer allí donde se necesita amor y justicia. Hoy celebraremos el ministerio de los diáconos y el de la archidiácono Sue von Rautenkranz, quien se jubila.

En la Convención el año pasado, creamos un Comité Diocesano para el Cuidado de la Creación, con el fin de ampliar y desarrollar las iniciativas de las congregaciones para hacer frente a la crisis climática y otros problemas medioambientales. Muchos de ustedes están dando pasos en la administración medioambiental: reduciendo el plástico descartable, reciclando, limpiando la basura y colocando paneles solares en sus edificios. Ustedes son una inspiración. Más adelante en la Convención, consideraremos una resolución patrocinada por miembros del Comité de Cuidado de la Creación, porque su próximo paso es animarnos a establecer objetivos colectivos, el primero de los cuales es plantar árboles y proteger los hábitats naturales, uniéndonos a los anglicanos de todo el mundo en una iniciativa conocida como el Bosque de la Comunión.

La última área que mencionaré son los esfuerzos en curso para afrontar y abordar la desigualdad y la injusticia raciales. Muchas congregaciones de la EDOW han celebrado varias sesiones de Sacred Ground, un programa de estudios basado en grupos pequeños que examina la realidad racial en Estados Unidos. Para los que somos blancos y hemos crecido pensando lo menos posible en nuestra historia racial, Sacred Ground es una experiencia reveladora y a veces desgarradora. No podemos evitar ver la historia del lugar donde vivimos en Maryland y el Distrito de Columbia a través del lente de la raza. Nuestras congregaciones forman parte de esa historia y de la realidad actual.

Cuando la palabra “reparaciones” entró por primera vez en nuestro léxico, me resistí a sus implicaciones. Pero cuanto más aprendo y participo, mayor es mi comprensión y mi compromiso con las reparaciones. Aunque no puedo decirles cómo votar sobre la resolución de reparaciones o cualquier otra, quiero que sepan la seriedad con la que yo y los miembros del personal diocesano estamos abrazando este trabajo. Tenemos la oportunidad de hacer algo valiente que dará vida a los demás y a nosotros mismos, mientras damos pasos fieles hacia la realización de la Comunidad Amada.

De cara a 2026

Si lo que he hablado hoy parece mucho, es porque lo es. Considerar el conjunto de nuestra diócesis y discernir el espíritu de Dios entre nosotros es mucho. Es nuestro trabajo de hoy.

Cuando lanzamos el plan estratégico en 2020, lo concebimos como un proceso de cinco años, lo que significa que en 2025 evaluaríamos todo lo que habíamos aprendido y logrado. He propuesto a la dirección diocesana que ampliemos un año el período de aplicación, lo que da más tiempo para que las iniciativas que hemos comenzado den fruto, y tiene en cuenta todo lo que no habíamos previsto. Prometo una evaluación completa en 2026, y una evaluación del propio proceso de planificación estratégica.

Me doy cuenta de que el plan estratégico no es algo en lo que piense todos los días, si acaso, excepto en días como hoy. No pasa nada, porque yo lo hago, y también lo hace su personal diocesano: para eso nos pagan. Es lo que guía nuestro trabajo.

2026 es también el año en que cumpliré sesenta y siete años y habré completado quince años como su obispa. Será entonces cuando los responsables diocesanos y yo discerniremos los próximos pasos fieles para el episcopado. Con toda probabilidad, convocaremos la elección de mi sucesor. Me encanta mi trabajo, pero es un gran trabajo. A medida que envejezco, me doy cuenta de que el futuro liderazgo de nuestra diócesis pertenece a los que vienen detrás de mí. Quiero hacer todo lo que esté en mi mano para animar y dejar espacio a los líderes emergentes, y para proporcionar una base sólida a la persona bendecida que será su décimo obispo. A esa labor me comprometo de todo corazón.

Este año tengo derecho a un sabático de tres meses, pero por motivos personales y vocacionales no puedo ausentarme tanto tiempo. Así que he preguntado a quienes me hacen responsable de mi trabajo si podría tomarme un mes sabático durante el verano de los próximos tres años. Están de acuerdo, así que me tomaré un mes sabático en julio. Mi plan hasta ahora es ir a algún lugar donde pueda dar un paseo muy largo y volver dispuesta a continuar el ministerio que Dios nos ha encomendado a todos.

Doy la última palabra al Obispo Presidente Michael Curry, quien dijo lo siguiente recientemente:

Cuando la iglesia se compromete con la comunidad y es la presencia del amor, la justicia y la compasión, la iglesia cobra vida. Puede que no atraiga a grandes multitudes, pero Jesús sólo tenía 12 y mira lo que hicieron. Si escuchamos lo que Jesús nos dice que hagamos y realmente lo hacemos, marcaremos la diferencia en cada contexto en el que nos encontremos.2

Esa, amigos míos, es nuestro llamado. Gracias por decir sí. Añado mi sí al suyo. Juntos, seguimos aquí.

Oro para que nunca deje de dar gracias a Dios y a ustedes por el privilegio de servir como su obispa.

 

1https://www.episcopalchurch.org/publicaffairs/episcopal-church-2021-parochial-report-data-now-available/
2https://lasentinel.net/episcopal-diocese-unites-with-mayor-bass-to-fight-homelessness.html

Tomando el siguiente paso en la fe: Sermón para la Convención de la Diócesis de Washington 2023

Tomando el siguiente paso en la fe: Sermón para la Convención de la Diócesis de Washington 2023

Después de esto, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca, para que cruzaran el lago antes que él y llegaran al otro lado mientras él despedía a la gente. Cuando la hubo despedido, Jesús subió a un cerro, para orar a solas. Al llegar la noche, estaba allí él solo, mientras la barca ya iba bastante lejos de tierra firme. Las olas azotaban la barca, porque tenían el viento en contra. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos caminando sobre el agua. Cuando los discípulos lo vieron andar sobre el agua, se asustaron, y gritaron llenos de miedo: —¡Es un fantasma! Pero Jesús les habló, diciéndoles: —¡Calma! ¡Soy yo: no tengan miedo! Entonces Pedro le respondió: —Señor, si eres tú, ordena que yo vaya hasta ti sobre el agua. —Ven —dijo Jesús. Pedro entonces bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua en dirección a Jesús. 30 Pero al notar la fuerza del viento, tuvo miedo; y como comenzaba a hundirse, gritó: —¡Sálvame, Señor! Al momento, Jesús lo tomó de la mano y le dijo: —¡Qué poca fe tienes! ¿Por qué dudaste? En cuanto subieron a la barca, se calmó el viento. 33 Entonces los que estaban en la barca se pusieron de rodillas delante de Jesús, y le dijeron: —¡En verdad tú eres el Hijo de Dios!
Mateo 14:22-33

El tema de esta Convención, y de hecho para todo el año 2023, es Tomando el siguiente paso en la fe. Es una imagen que evoca el acto físico de movernos hacia un destino. Pero como saben quienes no pueden caminar físicamente, no todo paso fiel es hecho con nuestros pies. Tomamos pasos en la fe con nuestros corazones y nuestras mentes, en nuestras relaciones y compromisos. Algunas veces tomar el siguiente paso en la fe no incluye movimiento en lo absoluto. Otras veces, necesita mirar hacia atrás antes de ir hacia adelante, o dar la vuelta para ir en otra dirección.

Tomar el siguiente paso en la fe incluye hacer un balance de dónde estamos. Aunque das un paso por ti mismo/a, y por la comunidad o ministerio que representas, el mismo será único y específico para ti. Es cierto que tenemos desafíos y oportunidades en común, pero también un llamado singular como cristianos para saber, amar y seguir a Cristo. Pero cómo se vive ese llamado y qué paso estás llamado a dar depende de tu función y contexto particular.

Por ejemplo, en la excelente historia que hemos oído de Jesús invitando a Pedro a salir del bote y caminar sobre el agua, vale la pena notar que Jesús no llamó a todos los discípulos a sumarse. Como escuché a un predicar aconsejar a su congregación: “Si Jesús no te está llamando a ti a caminar sobre el agua, mejor que te quedes en el bote”.

La imagen de Pedro caminando sobre el agua es un símbolo de estos tiempos cuando lo que está ante nosotros no es ni siguiera un paso, sino un salto en la fe, como esos momentos cruciales cuando sabemos lo que se espera de nosotros, por la vida o por el mismo Jesús. A veces lo que se espera de nosotros no lo hemos hecho antes o parece imposible, o, quizás, es demasiado difícil. Cuando nos lanzamos al agua, sabemos que nuestras capacidades están al límite, así como nuestra habilidad para controlar los resultados. No nos debe sorprender que nos undamos una o dos veces.

Mirando atrás en tu vida, y ciertamiento en los últimos años, sospecho que ustedes han tenido al menos una experiencia de caminar sobre el agua, y quizás más de una. Y quizás más de una vez han estado en la posición de los otros discípulos, mirando desde un lugar de seguridad como tus seres queridos son llamados a lanzarse a caminar sobre el agua ellos solos. No importa cuánto quisieron ir también, pero no pudieron.

Si puedes, trae a tu mente uno de esos momentos. Reconoce la valentía de tomar tal paso en la fe que se esperaba de ti, o cómo te sentiste mirar a otra persona aventurarse. ¿Qué aprendiste sobre ti mismo/a como resultado de tu experiencia y cómo Dios actuó en tu vida?

Existe otra forma menos dramática pero a la vez menos valiente en que podemos experimentar el llamado a tomar el siguiente paso en la fe. Me refiero a esos momentos en que Jesús no están parado frente a nosotros con sus brazos abiertos para sostenernos; quizás cuando hemos comenzado un camino que parecía prometedor a primera vista, pero que no es tan claro ahora, y nos preguntamos si hemos cometido un error. Es una de esas situaciones en que hemos encontrado obstáculos que han consumido nuestras energías a tal punto que nos sentimos estancados y perdidos en el rumbo.

Existen momentos en que una visión a largo plazo se nubla. Como describió el autor E. L. Doctorow sobre el proceso de la escritura: “Es como manejar un carro en la noche”. Su consejo a otro escritor fue continuar manejando. “Tú solo ves lo que iluminan las luces del frente, pero puedes hacer todo el viaje de esa forma”.1

Una historia bíblica que habla sobre tomar el siguiente paso en la fe en la oscuridad es cuando Moisés y el pueblo de Israel caminaban por el desierto hacia la tierra prometida. El inicio del viaje no podía ser más dramático ni el llamado menos claro. Dios los había librado de la esclavitud al dividir las aguas del Mar Rojo para que ellos pudieran escapar, y Dios les pidió que viajaran por el desierto hacia la nueva vida de la promesa.

Pero el camino tomó más tiempo que lo anticipado. No fue un viaje fácil, y el camino no estaba claro. Más de una vez, el pueblo seriamente contempló la posibilidad de regresar. Y no todo el mundo sobrevivió el desierto. Algunas interpretaciones de esta irónica historia sugiere que la tarea de la generación del peregrinaje fue comenzar el viaje y no llegar al destino. Rompe el corazón pensarlo, pero para aquellos de nosotros en nuestros últimos años de nuestras vidas, la vocación se hace mucho más real.

Quiero detenerme aquí por un momento, porque aquellos de nosotros que tenemos sesenta años o más representamos la mayoría de este grupo, y en muchas de nuestras congregaciones somos los que tenemos más influencia, porque, francamente, estamos más presente y pagamos las cuentas. Pero cuando el camino hacia adelante es incierto, nuestra tentación natural es mirar atrás y aferrarnos a lo que tiene más sentido para nosotros. No hay nada malo en eso, excepto que el enfoque se hace en nosotros y nuestras preferencias, lo cual puede cegarnos a las necesidades de otros, particularmente de aquellos que esperamos que se unan a nuestras comunidades. Y entonces nos preguntamos por qué no vienen o no se quedan.

Para nostros, el siguiente paso en la fe es reconocer el duelo que cargamos, el sentimiento de que no estamos decepcionando a nuestros ancestros, o la preocupación de que lo que valoramos más se está perdiendo u olvidando, y de que incluso nosotros seremos olvidados. Es un miedo real, y lo escucho en toda la diócesis. En verdad, a veces yo misma lo siento también.

Casi cada vez que hablo sobre las prioridades de nuestra diócesis, según aparecen en nuestro plan estratégico, para invertir recursos en generaciones jóvenes para llegar a ser una iglesia atractiva para nuestros hijos y nietos, alguien da voz a lo que nosotros, los que tenemos sesenta años o más, sentimos: “No se olviden de nosotros, los ancianos”, o “no queremos perder la identidad de nuestra iglesia”, lo cual es otra manera de decir: “No queremos perder nuestra identidad”. El trabajo de crear el tipo de iglesias a las que nuestros hijos y nietos querrán asistir, depende de que nosotros, las personas mayores, demos de nosotros mismos y de nuestros recursos de forma que preserve la mejor de nuestras tradiciones, pero que a la vez permita a aquellos que vienen después de nosotros decirnos lo que necesitan, lo que les calienta el corazón e inspira sus almas.

No es que todo lo que una generación valora como importante sea inservible para la que viene detrás. Mi hijo músico, ahora en sus treintas, prefiere escuchar los discos de vinilo, aún cuando el produce música con equipos de alta tecnología. Él intercambió su guitarra, que fue construida hace cinco años, por una confeccionada en 1940. Él la usó en el funeral de su abuelo hace dos semanas, y la amplificó con tecnología que no existía fue la guitarrá fue hecha.

Las prácticas de oración contemplativa que datan del tiempo de los monjes en el siglo 4, continúan alimentando el alma moderna, tal como se refleja en el número de aplicaciones que puedes descargar en tu teléfono y que te ayudan a vivir esas prácticas. Los himnos antiguos encuentran nuevas versiones y pueden tener un lugar entre otras expresiones musicales. Las catedrales como esta, y la belleza de todos nuestros edificios construidos por generaciones previas, todavía nos atraen, pero en ellos han habido actualizaciones, renovaciones de la carpintería, y los closets han sido limpiados desde los años 70s.

Déjenme regresar ahora a la imagen de tomar el siguiente paso en la fe cuando no podemos mirar hacia adelante porque, desde la perspectiva espiritual, es eso lo que generalmente vivimos. Los momentos de gran drama son relativamente raros comparados con los largos períodos de tiempo intentando entender en la oscuridad lo que no sabemos. Eso es especialmente cierto después de una experiencia de trauma, cuando estamos cansados, cuando nos sentimos estancados o cuando enfrentamos realidades que parecen imposibles de vivir. Es entonces cuando al tomar un pequeño paso en la fe, y luego otro, puede hacer una gran diferencia, incluso cuando sintamos que no estamos progresando en lo absoluto. Como he estado diciendo, me pregunto si un ejemplo como este de tomar el siguiente paso en la fe ha venido a tu mente, ya sea que te haya pasado a ti o a tu comunidad.

El reconocido psicólogo Carl Jung, quien estuvo conectado profundamente con las dimensiones espirituales de la vida, mantuvo una vívida correspondencia con personas en todo el mundo. Las personas le escribían pidiéndole todo tipo de consejos. Dos cartas, y sus respuestas, hablan sobre esta idea de los próximos pasos en la fe.

La primera carta fue escrita por una mujer que quería saber, en sentido general, cómo vivir su vida de la mejor manera. Jung le respondió con estas palabras:

Tus preguntas no pueden ser respondidas porque tú quieres saber cómo uno debe vivir… No hay una manera único… La manera en que tú lo haces, y que no sabes con antelación, llega a hacerse realidad cuando pones un pie en frente a otro… si das el próximo paso necesario con convicción, siempre estarás haciendo algo significativo según tu destino.2

¿Cuál es ahora la próxima y más necesaria cosa para ti y la comunidad que tú representas? Esta es una pregunta importante para todos nosotros, y a veces nos puede ayudar a mantenernos caminando cuando nuestra visión a largo plazo no es clara.

Otro hombre le escribió a Jung sobre cómo había hecho cosas de las que se arrepentía y estaba desesperado buscando una guía sobre cómo enmendar su error. A él le escribió Jung:

Nadie puede enmendar con unas pocas palabras una vida mal vivida. Pero no hay cima que no puedas subir al enmendar tus esfuerzos en el lugar correcto. Cuando alguien ese un desastre como tú lo eres, uno no tiene el derecho de preocuparse de la idiotez de la psicología propia. Solo debe tomar el siguiente paso con diligencia y devoción y ganarse la voluntad de los demás. En cada cosa pequeña que haces de esta manera te encontrarás a ti mismo. [Todo el mundo tiene] que hacerlo con dificultad, y siempre con el siguiente paso, el más pequeño, el más difícil.3

Yo encuentro el consejo de Jung increíblemente útil cuando he hecho algo malo, lo cual ha sucedido en mi episcopado; o cuando me he dando cuenta de que mis intenciones de hacer el bien fueron experimentadas con dolor por alguien. No ayudar justificar mis acciones o dar excusas. Simplemente yo debo hacer lo que pueda hacer para enmendar y restituir, paso a paso. Quienes transitan el camino de la recuperación y de los Doce Pasos saben esto muy bien.

Esta es como yo asumo las cosas, como su obispa, mientras enfrentamos la complicidad histórica contemporánea del racismo sistémico. Es un largo camino de reparación – enmendar el daño hecho paso a paso. Algunos de ustedes pueden estar aprendiendo a enmendar los daños hechos, un paso en la fe tras otro, y tu congregación aún no se han involucrado que el tema de las reparaciones incluye. Todo lo que puedo decir es que estos asuntos son reales, profundos y quienes se benefician de la supremacía blanca en nuestra sociedad no podrán decir por mucho tiempo que son ignorantes o inocentes.

En este y en todos los aspectos de nuestra vida en comunidad, y para nuestra diócesis, Jesús nos llamará a veces a tomar pasos valientes y caminar sobre el agua. Pero otros días, y en muchas ocasiones, el siguiente paso en la fe para nosotros es humilde, porque estamos en un valle, no en una montaña, y estamos caminando más por fe que por vista. Por supuesto que nos cansaremos. Seríamos de piedra si no nos sentiremos sin ánimo. El duelo es real. Pero he aquí la paradoja de la fe, cuando aceptamos el duelo y las dificultades de la vida, se aumenta nuestra capacidad para experimentar el gozo. Como Jesús nos dijo, el camino de la cruz es el camino de la vida.

Quienes planificaron esta Convención han trabajado duro para mostrar las señales de esperanza y bondad en nuestra diócesis, para que podamos saborear y celebrar, y para animarnos mientras caminamos juntos. Les recordaremos de los recursos disponibles mientras toman el siguiente paso en la fe en tu contexto, y algunos de los pasos en la fe para nuestra diócesis son humildes y apremiantes. Unos pocos serán como caminar por sobre las aguas.

Que podamos estar abiertos al Espíritu de Dios que se mueve entre nosotros, dándonos consuelo, fortaleza y valentía para tomar el siguiente paso en la fe, y que podamos confiar que Quien ha comenzado la buena otra en nosotros la llevará a cabo hasta su cumplimiento. Amén.

1https://www.trolleyjournal.com/doctorow-kennedy
2Citado por Maria Papova en The Marginalian, reflexiones y citas compartidas semanalmente
3Citado de nuevo en The Marginalian