Llamados a la Esperanza: Presentación de la Convención de 2021 del obispo Mariann

by | Jan 30, 2021

January 30, 2021

Oro para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, les dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él. Pido también que Dios les dé la luz necesaria para que sepan cuál es la esperanza a la cual los ha llamado.
Efesios 1:17-18

Amigos, es un honor y de alegría hablarles como líderes elegidos de esta diócesis, para reflexionar sobre lo que hemos aprendido durante el año pasado, dónde estamos ahora y cuáles son nuestras prioridades diocesana en este año que tenemos por delante.

Antes de continuar, déjenme decir que el texto de mi presentación estará disponible inmediatamente después de la Convención. Mientras estoy hablando, creo que sería útil que escribieran lo que resuena para ustedes. Y los invito a compartir sus preguntas y comentarios usando la función del chat. Aunque no pueda responder hoy, sepan que sus ideas son importantes para mí.

Lo que he aprendido caminando junto a ustedes el año pasado es que como seguidores de Jesús, somos un pueblo llamado a la esperanza. Sin embargo la esperanza cristiana, como ustedes saben, no es el producto de una vida fácil. San Pablo escribe en su carta a los Romanos que la esperanza en Cristo es el fruto de un sufrimiento redentor, un sufrimiento que produce resistencia, lo cual produce carácter, lo cual produce esperanza. Esta esperanza, dice él, nos nos falla. Nosotros no podemos construirla ni fingirla. Es la esperanza de Dios que se desborda en nuestros corazones. 

Para ser claros, la esperanza cristiana no es un deseo ni optimismo ingenuo. Esta esperanza demanda que veamos el mundo como es, y a nosotros mismo como somos. La esperanza, en ella misma, no es una estrategia o un plan. Por el contrario, la esperanza es una gracia dada a nosotros, una orientación para nuestras vidas y para el mundo que da forma a nuestras estrategias y planes – una persuasión firme de que no importa lo que pase o lo que no pase, Dios es Dios y  nada en este mundo puede separarnos del amor de Dios revelado a nosotros en Jesucristo.

A lo que esta esperanza me llama como su obispa, es a una determinación constante de mantener caminando hacia la misión y visión que hemos discernido juntos, tomando en consideración los grandes cambios que hemos experimentado. Aunque la crisis del 2020 consumió muchas de nuestras energías, estoy agradecida de reportar que pudimos cumplir con las metas del plan estratégico para el primer año, lo cual es testimonio de la gracia de Dios, su tenacidad y los beneficios de tener un plan estratégico como meta y guía en tiempos  de desorientación.

MIRANDO ATRÁS AL 2020

Tomemos un momento para considerar el pasado año: cuánto ha cambiado, cuánto hemos sufrido, cuán grande ha sido el luto, cuán duro el trabajo y cuán dramáticas las restricciones en nuestros ritmos diarios y nuestras prácticas comunitarias. La lista de dificultades es larga, más larga todavía para algunos más que para otros. Sin embargo, no hay una respuesta para la pregunta: ¿Cómo nos va como diócesis?

Quiero que sepan que los puedo ver en todos sus diferentes contextos. Veo cómo están dando testimonio del Dios de la esperanza en sus vidas y en sus congregaciones – esperanza nacida del sufrimiento, de la perseverancia, del carácter; esperanza que no es el resultado de todo lo que sucedió mientras tenían esperanza, sino, por el contrario, es la esperanza de Dios que ha sido desbordada en sus corazones.

La buena noticia es que la mayoría de las congregaciones de EDOW han atravesado el 2020 muy bien. Ustedes han hecho y están haciendo un ministerio fiel, valiente y creativo. Constantemente ustedes hablan de la gracia que los ha sostenido y de la capacidad de adaptadiòn que no sabían que tenían. Muchas de esas adaptaciones son permanentes. Algunas de nuestras congregaciones, gloria a Dios por eso, están prosperando ahora, con un sentido renovado de energía, madurez espiritual y propósito.

Otros en nuestras congregaciones, sin embargo, aunque han sobrevivido el 2020, enfrentan muchas preocupaciones. La pandemia es, como han dicho muchos, una aceleradora progresiva, lo que quiere decir que si tu congregación estaba en camino al declive, es ahora más probable que ese camino sea más rápido. Ya lo estamos viendo. La Iglesia Episcopal Holy Trinity en Bowie, Maryland, cerró en el 2020, la primera iglesia que ha cerrado bajo mi supervisión. Este cierre fue doloroso y costoso, un proceso agotador que pudo haber sido menos doloroso y quizás ser evitado si como diócesis hubiésemos tenido las herramientas para intervenir.

Para algunos, la pandemia interrumpió o puso freno a iniciativas que estaban en pleno vuelo, lo cual fue muy decepcionante. Al mismo tiempo, la pandemia ha sido lo que nuestros amigos de Unstuck Group llama, una interrupción santa. Como resultado, algunas congregaciones han experimentado la presencia de Cristo de maneras nuevas, con nuevas oportunidades que se abren ante ellas.

Esta es la verdad espiritual a la que aferrarnos: en medio de la crisis, hay oportunidad. Dios está haciendo posible la resurrección. Aunque no podemos negar las realidades que enfrentamos y las duras decisiones que tendremos que tomar en el 2021, Dios nos llama a la esperanza.

Yo me atrevería a decir que todos hemos crecido, no en formas que hubiésemos escogido y nunca lo suficiente como para desestimar el costo, pero nuestro crecimiento en resiliencia y creatividad es real. En el futuro, llevamos ese crecimiento con nosotros. Yo también escucho, de cada rincón de la diócesis, expresiones de gratitud por bendiciones inesperadas, como el maná en el desierto, o los panes y peces compartidos por muchos.

Sin embargo, la fatiga es real. Entre las muchas formas de describir el año pasado, con seguridad la imagen del maratón es pertinente. Dado que el maratón no ha terminado, necesitamos tomar tiempo para nosotros mismos, para otros, y seguir caminando.

En el 2020 el equipo diocesano y los cuerpos de liderazgo redirigieron considerable energía y recursos a ayudar a las congregaciones en este tiempo crucial. Pueden leer un resumen completo en el Reporte Anual del 2020. Más tarde, nuestro tesorero, Jonathan Nicholas enfatizará en nuestras inversiones financieras en ayuda de emergencia y ayuda congregacional.

Sus obispas y personal diocesano estamos aquí para ustedes en tiempos de crisis y transición. Igualmente, aunque no menos importante, también estamos aquí para amplificar y aprovechar sus fortalezas, y para invertir en nuestra salud colectiva. El plan estratégico que lanzamos el año pasado es tal inversión. Al ofrecer claridad y sentido, el plan estratégico nos ha guiado a través de la pandemia, de la ruptura económica, del debate racial y de las tensiones políticas durante el pasado año. Nosotros continuamos siendo una diócesis que busca “fortalecer los dones de todo el pueblo de Dios para servir a Cristo juntos y vivir el Camino del Amor de Jesús.”

PLAN ESTRATÉGICO

Déjenme cambiar de tema al plan estratégico. Como ustedes recuerdan, el plan estratégico tiene tres objetivos – revitalizar nuestras congregaciones para hacer crecer el movimiento de Jesús, inspirar a cada persona al crecimiento en la fe y formar a nuestros líderes para que lideren bien, y colaborar en ministerios de equidad y justicia para impactar mejor a nuestras comunidades. Revitalización, crecimiento espiritual y liderazgo. Equidad y justicia.

OBJETIVO DE REVITALIZACIÓN PARA EL 2021

Trabajaremos con todas las congregaciones en la diócesis con estrategias de revitalización y evaluaciones de salud comunitaria, incluyendo la implementación de la iniciativa Cuidando nuestra Tierra con 12 congregaciones.

Nuestro primer objetivo en el trabajo de revitalización fue articular para nosotros mismos las marcas de una congregación vital – sin importar su contexto o circunstancia – y luego comenzar a crear herramientas de evaluación y estrategias para crecer en vitalidad. Esto lo hemos logrado. En el segundo año, estamos comprometidos a trabajar con cada congregación, con estas herramientas y estrategias.

En el corazón de todos los esfuerzos de revitalización en el futuro están las 7 Signos de Vitalidad para la Salud Parroquial, las cuales han sido identificadas por líderes en toda la diócesis. Estas son:

  • Una misión y visión convincentes
  • Un camino claro para el discipulado
  • Una adoración edificante y abierto a otros
  • Ministerios abiertos a todos y que brindan conexión
  • Bendición de nuestra comunidad
  • Prácticas financieras fieles
  • Liderazgo inspirador y capaz

Estos signos pueden servir tanto como auto-evaluación para las congregaciones como una guía para iniciativas estratégicas en el futuro.

Nosotros hemos comenzado a usar estas evaluaciones de los  signos vitales con congregaciones en transición del clero y en visitas de la obispa. Estas son el corazón de Cuidando nuestra Tierra, nuestro cuño de revitalización que será lanzado en el 2021.

Revisemos estos signos juntos ahora. Mientras lo hacemos, tomen nota de cuáles de estos signos sientes que necesita ser una prioridad en tu congregación en este año. Vamos a hacer una encuesta anónima por Zoom en unos momentos, así que estén listos.

7 SIGNOS VITALES PARA LA SALUD PARROQUIAL

Una Misión y Visión Convincentes
Una parroquia vital sabe por qué existe. Tiene una visión del evangelio que le habla al poder y ama a Dios, además de reflejar lo que significa para nosotros ser discípulos de Jesús.

Un camino claro para el Discipulado
Una parroquia vital tiene una visión clara de la vida cristiana ayuda a cada uno de sus miembros a tomar el siguiente paso en su vida en Cristo. Esta parroquia guía a quienes son nuevos en la fe cristiana y alimenta la vida espiritual de personas de todas las edades y en todos las situaciones de la vida.

Una adoración edificante y abierta a otros
Una parroquia vital tiene una adoración inspiradora y contagiosa, enraizada en la tradición episcopal, pero a la vez abierta a la exploración de formas diversas en que las personas encuentran a Dios en la adoración. En tiempos de COVID estamos aprendiendo la importancia de una adoración digital edificante. Estas son herramientas que queremos continuar mejorando y llevar con nosotros una vez que la pandemia termine.

Ministerios abiertos a otros y que ofrecen conexión
Una parroquia vital es intencional en su recibimiento a invitados, camina junto a quienes son nuevos en la comunidad, ayudándolos a tomar el siguiente paso en su fe, crea relaciones y se involucra en el ministerio. Una parroquia fital tiene un enfoque hacia afuera y ayuda a quienes no están familiarizados con la adoración episcopal para que se sientan más cómodos.

Bendición de nuestra comunidad
Una parroquia vital es conocida por sus vecinos, a los cuales cuida. Este es nuestro ministerio de servicio, de estar presente para los demás, así como un ministerio de justicia y abogacía, para que aquellos que no sean nunca parte de nuestras congregaciones, estén felices de que estemos aquí y devastados si nos vamos.

Practicas financieras fieles
La sostenibilidad financiera es esencial para la salud de una parroquia, así como las mejores prácticas financieras. Una parroquia vital realiza sus gastos en función de su tienen conversaciones valientes sobre las relaciones saludables con el dinero.

Liderazgo inspirador y capaz
Las parroquias vitales tiene líderes inspiradores y competentes que tienen respeto y afecto mutuos. El liderazgo es compartido y distribuido de acuerdo a los dones de sus miembros. Hay responsabilidad mutua y voluntad para hablar la verdad en amor.

Les pido que tomen la descripción de los signos vitales (lo cual pueden encontrar en el sitio web de la diócesis) y los presenten en la próxima reunión de la Junta Parroquial. Revisen los signos vitales juntos y realicen sus propia evaluación de la parroquia. ¿Dónde es fuerte tu congregación y cómo construir sobre esta fortaleza? ¿Qué tiene que enfrentar tu congregación con relación a algo que la está frenando? ¿En qué área se puede tener los mayores frutos si se invierte en ello?

Le pido a los deanes regionales que lleven los Signos Vitales a las próximas reuniones con el clero y los guardianes para un debate de las fortalezas y oportunidades de crecimientos colectivos, para que las congregaciones exploren esfuerzos de colaboración.

CUIDANDO NUESTRA TIERRA

Déjenme tomarme un momento para describir Cuidando nuestra Tierra, la iniciativa que marca nuestro trabajo de revitalización para los próximos cinco años, hecha posible por el fondo de $1 millón de dólares recibido por Lilly Endowment en el otoño pasado. Cuidando nuestra Tierra nos ayudará a caminar con 36 congregaciones en un proceso de tres años lo cual marcará el camino de la vitalidad parroquial.

Culiando nuestra Tierra proveerla la participación de mentores congregacionales, encuentros de aprendizaje, recursos y oportunidades de colaboración con otras congregaciones para trabajar en los 7 signos vitales. Mostraremos un video promocional y presentaremos el proceso de aplicación para congregaciones más tarde. Ahora es el momento de considerar si tu congregación puede estar lista para esta oportunidad. Estamos buscando 12 congregaciones para el primer grupo, a las cuales le seguirán 12 congregaciones cada año, en los próximos 2 años.

Bajo el tema de la revitalización, me gustaría presentar brevemente sobre la propuesta de Canon sobre la Mayordomía Diocesana y la Vitalidad Congregacional.

Aunque no es parte explícita del proceso de planificación estratégica, ustedes recuerdan que el año pasado la Convención decidió establecer un comité para considerar maneras de ayudar a las congregaciones que experimentan un declive precipitado. El reporte completo del trabajo del comité está en el cuaderno de la Convención. Más tarde escucharemos una actualización de este tema por parte de la Rev. Dra. Sheila McJilton, la presidenta del Comité, y consideraremos la propuesta de Canon en una convención especial durante este año.

Les pido su atención ahora a la segunda y tercera metas estratégicas: inspirar a nuestra gente y formar líderes.

OBJETIVO DE FE Y LIDERAZGO DEL 2021

Ampliaremos la Escuela de Fe y Liderazgo Cristianos y fortaleceremos sus fundamentos

Establecer la Escuela de Fe y Liderazgo Cristianos fue uno de los centros del plan estratégico como catalizador para un discipulado fiel y un liderazgo adaptable. La Escuela está comprometida en ofrecer recursos confiables y caminos de aprendizaje para formar a individuos en la vida bautismal y liderar comunidades de fe hacia una mayor vitalidad.

En el primer año tuvimos un “lanzamiento suave”, en el sentido clásico de construir un avión mientras volábamos, y fue un éxito excepcional. El momento en que nace la Escuela, así como el plan estratégico, parece como guiado por el Espíritu Santo, ya que en este año de restricciones y novedosa flexibilidad debido al COVID, todos necesitamos aprender nuevas habilidades muy rápido. Entonces nos dimos cuenta que podemos aprender juntos. La respuesta de la gente en nuestra diócesis y fuera de ella ha afirmado la necesidad de este tipo de plataforma de aprendizaje y centro de recursos. La escuela ofreció 18 cursos este pasado otoño con más de 700 personas como participantes.

En el 2021 continuaremos fortaleciendo y desarrollando la Escuela, construyendo una fundación fuerte para el futuro. En su completa expresión, la Escuela será un recurso abarcador para individuos y congregaciones en la diócesis y fuera de ella, y una plataforma para que nuestros talentosos maestros amplíen su alcance.

Aquí está mi petición: en algún momento hoy visita la página web de la Escuela de Fe y Liderazgo Cristianos en el sitio web de nuestra diócesis. Mira las ofertas y piensa si alguna podrá servirle a tus líderes o ofrecer alimento espiritual a tus miembros. Busca algo para ti también. Y además si cuentas con algo en tu congregación que está dando frutos, considera compartirlo con otros a través de la Escuela. Estate atento al lanzamiento oficial con un nuevo sitio web, un sistema de aprendizaje y un currículo abarcador el próximo año.

Esto me lleva a la tercera meta estratégica relacionada con la equidad y la justicia.

EL OBJETIVO DE EQUIDAD Y JUSTICIA DEL 2021

Haremos público, comprenderemos, asumiremos y actuaremos con valentía para desmantelar el racismo en nosotros mismos, en nuestras comunidades de fe, en la Diócesis y en nuestras localidades.

Nuestro pacto bustismal es claro en que buscar la justicia no es menos importante en la vida de los critianos que leer la Biblia, orar, crecer en fe y servir a otros. La justicia no es un tema partidario, sino una expresión del amor en la vida pública. Al ser llamados a seguir a Jesús en su camino de amor, estamos también llamados a buscar la justicia y la dignidad de todo ser humano.

Como en otros momentos de cambio en la historia americana, eventos en nuestro país en el pasado verano revelaron profundas inequidades e injusticias raciales, ampliando el movimiento social por la justicia racial. Todo esto animó a una conversación en toda la diócesis sobre nuestro compromiso. Con un consenso amplio, nuestros líderes determinaron que el antirracismo debe ser nuestro primer enfoque dioicesano. Ha sido una prioridad para algunos en la diócesis por generaciones. Ahora es nuestro también.

Otros temas relacionados con la justicia no están perdidos para nosotros — la abogacía y el cuidado de personas que que no tienen hogar o que experimentan la violencia armada, la inseguridad alimentaria, las necesidades de los inmigrantes y el cuidado de la creación. Atenderemos todos estos temas, y toda nuestra vida diocesana, a través de los lentos del racismo y nuestros esfuerzos para desmantelarlo.

Quienes estuvieron presentes en la última noche de encuentro, escucharon la convincente historia de cómo nuestra hermana Diócesis de Maryland realizó el buen y necesario trabajo de reconocimiento histórico sobre la esclavitud y las reparaciones. Es nuestro momento de unir todo lo que sabemos y podemos aprender sobre nuestro pasado y comenzar el trabajo de convertirnos en una iglesia equitativa, comprometida a construir una sociedad equitativa y justa la cual es sueño de Dios para toda la humanidad.

TRANSICIONES EN EL STAFF

Al concluir esta presentación, quiero reconocer que este es un momento de transición significativa en el equipo diocesano. A inicios del año 2020 le dijimos adiós al Rev. Daryl Lobban y al Sr. Don Crane. Ahora celebramos los retiros de la Rev. Sarabeth Goodwin y la Sra. Cheryl Daves Wilburn, así como la elección de la Canóniga Paula Clark como la próxima obispa de Chicago. Hoy honraremos a todas estas personas más tarde.

Aunque es duro decir adiós, esperábamos estas transiciones. Aunque son jóvenes en espíritu, Sarabeth y Cheryl están en edad de retiro. Y siempre supimos que Paula estaba destinada a ser una obispa.

Así que sean pacientes con nosotros en los próximos meses al contar con menos manos para el trabajo, pero sepan que el resto de su equipo de trabajo en la diócesis está profundamente comprometido con el servicio a Dios y a ustedes.

Me complace anunciar oficialmente que el Rev. Andrew Walter asumirá la función de Canónigo del Ordinario, con su foco central en las finanzas, administración y planificación estratégica.

Hemos hecho un llamado para un nuevo Canónigo de Vitalidad Congregacional para complementar el excelente equipo de liderazgo que tenemos en los Canónigos Robert Phillips y Michele Hagans, y la maravillosa Obispa Chilton Knudsen. También estamos buscando a un Misionero de Equidad y Justicia y personas para servir en funciones administrativas fundamentales.

Descansen confiados que están en buenas manos con los Reverendos Jenifer Gamber, Todd Thomas y Yoimel González Hernández, La Venerable Sue von Rautenkranz, la Sra. Mildred Reyes, nuestra nueva Misionera Latina, la Sra. Araceli Ma, la Sra. Kathleen Hall, la Sra. Keely Thrall, el Sr. Peter Turner, el Sr. Kelly Cooper, la Sra. Kimberly Vaughn y la Sra. Lynn Chernik. Un agradecimiento especial a la Dra. Jordan Rippy, quien ha servido como voluntaria este año y al Sr. John Van de Weert, quien generosamente da de su tiempo y sabiduría en la función de Canciller Diocesano. El amor y la dedicación de este equipo es palpable. Por favor, acompáñenme en este agradecimiento.

Los 10 deanes regionales comisionados en la pasada convención también han servidio bien; los Reverendos Peter Antoci, Greg Syler, Melana Nelson Amaker, William Stafford-Whittaker, Linda Kaufman, Rondesia Jarrett-Schell, Dana Corsello, Cricket Park, David Wacaster y Beth O’Callaghan. Su trabajo fundacional de crear relaciones entre los líderes congregacionales tiene el potencial de establecer posibilidades de colaboración transformadora entre nuestras congregaciones. Por favor, busquen su ayuda en el trabajo. Fortalezcan el camino del ministerio compartido para que podamos construir una diócesis con congregaciones florecientes. No estamos llamados a ser islas.

Termino ahora donde comenzó, con la oración de la carta a los Efesios, la cual es mi oración hoy.

Oro para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, les dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él. Pido también que Dios les dé la luz necesaria para que sepan cuál es la esperanza a la cual los ha llamado.
Efesios 1:17-18

La esperanza a la cual Dios nos ha llamado me permite levantarme cada día, pecadora como soy, para seguir a Jesús y servirles a ustedes, el pueblo de esta diócesis. Juntos encarnamos el amor de Jesús por el mundo. Somos, como dijo San Pablo en la segunda carta a los Corintios, vasijas de barro, para que se muestre el extraordinario poder que proviene de Dios y que no nos pertenece a nosotros.

Mi propio sentido del llamado para este trabajo es fuerte, y me comprometo ante Dios y ante ustedes con todo el esfuerzo de corazón.

Como su obispa, me comprometo a cambiar mi rumbo a Jesús cada día y a invitarlos a hacer lo mismo.

Me comprometo a seguir a Jesús en su Camino del Amor y a invitarlos a hacer lo mismo.

Me comprometo con la misión, la visión y las metas estratégicas que hemos discernido colectivamente, y los invito a hacer lo mismo.

Ustedes pueden hacernos responsables a mí y al equipo dioceesano por las metas que hemos establecido, pero si este trabajo es solo de la obispa y de su equipo, de seguro fallaremos. Yo también necesito hacerlos responsables a ustedes.

Y les pregunta una vez más:

¿Rededicarán su vida a Jesús?

¿Se comprometen al camino de ser la iglesia juntos para ayudar a cumplir los sueños que Dios ha puesto en nuestros corazones?

Si es así, entonces estoy confiada en que Dios, quien ha comenzado el buen trabajo, lo hará hasta su cumplimiento.

Que el Dios de la Esperanza les bendiga y los cuide mientras seguimos a Jesús y su camino del amor.