Prácticas de Fe: Una manera de leer la Biblia

by | Mar 9, 2023

Había un fariseo llamado Nicodemo, que era un hombre importante entre los judíos. Éste fue de noche a visitar a Jesús. . .
Juan 3:1-2

Jesús llegó a un pueblo de Samaria que se llamaba Sicar . . Una mujer de Samaria llegó al pozo a sacar agua, y Jesús le dijo: “Dame un poco de agua.”
Juan 4:5-7

Cierto hombre estaba enfermo. Entonces las hermanas enviaron un mensaje a Jesús: “Señor, el que amas está enfermo”.
Juan 11:1-3

En la misa dominical de esta Cuaresma, estamos leyendo largos pasajes del Evangelio de Juan. Cada uno comienza con un encuentro con Jesús que conduce a la transformación de la vida. Jesús también da lo que parece un sermón o tiene una discusión con aquellos que no sólo se oponen a lo que está haciendo, sino a quién es él. Las lecturas terminan con una exhortación a poner nuestra fe en Jesús.

Consideremos por qué la lectura de la Biblia es una práctica espiritual tan fundamental y cómo leer los textos bíblicos y, en particular, los evangelios de manera que nos ayuden a crecer en la fe.

La profesora del Seminario Teológico de Virginia Judy Fentress-Williams comienza su reciente libro Holy Imagination: A Literary and Theological Introduction to the Whole Bible [La Santa Imaginación: Introducción literaria y teológica a toda la Biblia] citando el verso de un poema: Estas palabras han recorrido un largo camino para encontrarte.1 Señala que, al igual que la poesía, el lenguaje bíblico tiene muchas capas y está lleno de simbolismos y metáforas. “No siempre aporta significado con facilidad, y no promete tener sentido”.

Sin embargo, la lectura de la Biblia debe ser, ante todo, un encuentro con lo que las palabras intentan expresar: la naturaleza de Dios y su presencia en nuestro mundo. “Las palabras son las mismas”, escribe, “pero nosotros no, y por eso siempre hay nuevos descubrimientos”.2 También hemos heredado una larga tradición de reinterpretación de las Escrituras en la que sucesivas generaciones han reimaginado lo que las palabras significan para ellas. Esa tradición de reimaginación y reinterpretación comienza en las propias Escrituras.

En ninguna parte es más evidente esa tradición de reimaginación que en el Evangelio de Juan.

Al leer el Evangelio de Juan nos adentramos en un mundo de fuertes contrastes: la luz en la oscuridad, la vista frente a la ceguera, la vida que vence a la muerte. Juan nos presenta a un Jesús muy diferente del que encontramos en los tres primeros evangelios.

En Juan: el Evangelio de la Luz y la Vida, el pastor Adam Hamilton escribe:

Ninguno de los Evangelios es, en sentido estricto, una biografía de Jesús. Pero el Evangelio de Juan, más que ninguno de los otros, es una especie de comentario espiritual o teológico sobre la vida, muerte y resurrección de Jesús. En Juan, los detalles de los acontecimientos e incluso las palabras de Jesús no se refieren tanto a lo que sucedió en realidad, aunque es evidente que tienen su origen en lo que sucedió. En cambio, tratan del sentido--el significado espiritual–de la vida de Jesús. Por esta razón, Clemente de Alejandría (150-215 d.C.) describió a Juan como “el Evangelio espiritual”.3

No toda la lectura de Juan es inspiradora. Hay pasajes que introducen un elemento de temor al castigo eterno para quienes no pongan su fe en Jesús. También hay un fuerte sentimiento antijudío, lo que resulta confuso dado que Jesús y sus discípulos eran judíos.

Aquí es donde ayuda conocer un poco el contexto. Juan fue escrito al menos una generación después de los primeros evangelios, durante una época de dolorosa separación entre los judíos que seguían a Jesús y los que no, y los seguidores de Jesús fueron expulsados de sus sinagogas. Además, la promesa del regreso inminente de Jesús para traer el Reino de Dios no se había producido.

De este contexto escribe Clayton McCleskey, uno de nuestros seminaristas que estudia para el sacerdocio:

¿Qué haces cuando la fe que admiras te decepciona? ¿Qué haces cuando la comunidad en la que orabas y vivías te da la espalda? John nos ofrece una valiente invitación a “encontrar la libertad en la decepción… asir la gracia en la dislocación… y aprender el amor en la partida”.4

No tenemos por qué tener los mismos argumentos que nuestros antepasados bíblicos, ni aceptar sus prejuicios y puntos ciegos. Debemos vigilar las formas en que los textos pueden ser mal utilizados para causar un daño que siempre es antitético al mensaje de amor de Jesús.

La invitación de Juan a sus primeros lectores, y a nosotros, es conocer a Cristo ahora, sentir su amor por nosotros ahora, confiar en que Jesús está vivo y con nosotros, ahora. No tenemos que esperar a que vuelva, porque está aquí. Juan no niega que haya penurias y maldad en este mundo, pero que Jesús está con nosotros y para nosotros a través de todo ello. Podemos creer es decir, entregar nuestro corazón y depositar nuestra confianza en Él. Recuerda las conmovedoras palabras de Juan que leemos todos los años en Navidad: “En ella estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no prevalecieron contra ella”. (Juan 1:4-5)

Para los que aceptaron mi invitación a leer íntegramente un texto evangélico, permítanme dejarles las tres preguntas que constituyen el núcleo de la meditación espiritual para crecer en la fe:

  • ¿Qué dice este pasaje sobre Jesús?
  • En este pasaje, ¿cómo me/nos habla Jesús?
  • ¿Cuál es mi/nuestra respuesta?

Bendita lectura a todos.

1La cita de Judy Fentress-Williams proviene de: Edward Hirsch, How to Read a Poem: and Fall in Love with Poetry (Nueva York: Harcourt, 1999), 1.
1Judy Fentress-Williams, Holy Imagination: A Literary and Theological Introduction to the Whole Bible (Nashville: Abingdon Press, 2021) xi.
1Adam Hamilton, John: A Gospel of Light and Life, Kindle ed. 10.
1Hill, Robert Allan. The Courageous Gospel: Resources for Teachers, Students, and Preachers of the Fourth Gospel. Eugene, Oregón: Wipf & Stock, 2013) 96