Establecer una Intención para el Verano

by | Jun 1, 2023

Hay una temporada para todo, un tiempo para cada actividad bajo el cielo. . .
Eclesiastés 3:1

Para los que vivimos en el hemisferio norte, el verano es una estación en sí misma: tres meses de luz solar prolongada que altera drásticamente nuestro sentido del tiempo. En el calendario cristiano, nuestros meses de verano coinciden con lo que la Iglesia Episcopal llama simplemente Después de Pentecostés, y que nuestros amigos Católicos Romanos describen más poéticamente como Tiempo Ordinario. Es un período largo sin una gran fiesta cristiana, durante el cual se nos invita a experimentar la presencia de Cristo a nuestro alrededor y a detenernos en sus enseñanzas.

En una reciente visita a una parroquia, invité a los reunidos en el foro dominical a considerar las semanas entre el Día de los Caídos y el Día del Trabajo como una estación distinta en su vida. Les pedí que recordaran lo que sabían que les esperaba en los meses de verano y lo que anhelaban que pasara. Incluso para aquellos cuya rutinas de trabajo no cambia, dije, parece que tenemos más tiempo en verano, y la posibilidad de la aventura. Para muchos, la rutina y el ritmo del tiempo cambian drásticamente, dejando espacio para las cosas que traen alegría.

Varias personas mencionaron el trabajo en el jardín y otras actividades relacionadas con el verano que les encantaban. Otros hablaron de viajes planeados, reuniones familiares e hijos en edad universitaria que regresan a casa. Había ligereza y risas en el salón.

El tono cambió cuando una persona compartió que el verano sería un tiempo de sanación tras una operación y el posterior tratamiento contra el cáncer. Ante un reciente despido, otra dijo que pasaría el verano buscando trabajo. Reconocimos los acontecimientos dramáticos que pueden ocurrir en cualquier momento: el nacimiento de un hijo, los diagnósticos inesperados, las muertes prematuras y las responsabilidades vitales que permanecen, independientemente de la estación.

Hay oportunidades únicas para el ministerio en verano, dije. Muchas congregaciones ofrecen programas para los niños que no van a la escuela, o aprovechan la oportunidad para viajes misioneros o ampliar el servicio local. En el trabajo continuo de prevención de la violencia armada, los meses de verano pueden ser intensos, y una de las iglesias que admiro, Peace Fellowship en el sudeste de DC, se dedica a caminar su vecindario en un ministerio de presencia. La inseguridad alimentaria también aumenta para muchas familias, y las congregaciones de toda la diócesis están intensificando sus esfuerzos para enfrentar esta necesidad.

Me hice, entonces, la pregunta que mi director espiritual jesuita a veces me hace: ¿qué intención podría establecer para la próxima temporada y por qué gracia podría orar para recibir del Espíritu Santo durante este tiempo? Imagínese en septiembre, mirando hacia atrás. ¿Qué esperaría poder decir sober el crecimiento o la sanación que experimentaste este verano? ¿Qué ofrenda pudiste hacer y cómo aumentaste en amor?

El salón se quedó en silencio mientras todos reflexionábamos sobre lo que teníamos ante nosotros.

Les ofrezco la misma invitación a ustedes. Consideren la estación de la vida que tienen ante ustedes, como quiera que la midan. En un momento de silencio, o en una conversación íntima con una persona de confianza, fije sus intenciones y pida la gracia que necesita.

Tenga en cuenta que fijar una intención no es lo mismo que un plan de superación personal. Más bien, es un deseo expreso de fijar su mirada en una luz que le guíe, y de mantener su enfoque ahí. No hay fracaso en establecer una intención, porque reconoce nuestra humanidad y todo lo que escapa a nuestro control. Una intención es una forma de poner el deseo de nuestro corazón en manos de Dios y pedir la gracia de vivir de acuerdo con ese deseo, sin importar el resultado. Nos ayuda a colocar nuestros deseos en el orden adecuado, como diría San Agustín, para que tengamos presentes las cosas que más importan.

Si asiste a la iglesia este domingo, escuchará dos pasajes de las Escrituras especialmente inspiradores para tener en cuenta en el umbral del verano: la primera historia de la Creación relatada en el Libro del Génesis, y las últimas palabras del Jesús Resucitado a sus discípulos mientras asciende al cielo, recogidas en el Evangelio de Mateo.

La historia de la Creación nos recuerda que Dios ve este mundo y todo lo que hay en él como esencialmente bueno, y que todos hemos sido creados a imagen de Dios. No podemos negar todo lo que funciona en contra de esa bondad esencial, incluyendo nuestros propios defectos y pecados, pero la bondad sigue siendo nuestro derecho de nacimiento y nuestra bendición. El pasaje también incluye la creación por Dios del día de reposo, una suave exhortación para que establezcamos ritmos de descanso, un recordatorio bienvenido en cualquier momento.

Las palabras finales de Jesús son de reafirmación de su presencia: ¡Recuerden! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.

Que este verano, sin importar como se desarrolle, le brinde oportunidades para saborear y apreciar las bendiciones de la creación de Dios, para vivir plenamente la vida que se le ha dado, para hacer contribuciones significativas a los demás y para descansar. Recuerda que has sido creado a imagen de Dios y que Jesús estará contigo, dondequiera que vayas.